Momento sublime en la semana grande el vivido por las reinas Natalia Palacio y Natalia Collazos. El de la entrega de sus ramos de flores la Mare de Déu de Lledó en una multitudinaria Ofrena que conserva intacto su encanto en la generación de emociones, y con la evocación de los 75 años de los festejos en unas celebraciones selladas por la historia.

Un cortejo que, iniciado por la mañana, se prolongó a primera hora de la tarde y que se caracterizó por una rapidez y dinamismo como hacia tiempo que no se recordaba en el último sábado de las fiestas mayores de Castelló.

Con las reinas y las damas de la ciudad, también la alcaldesa, Amparo Marco, con sus hijas Raquel y Claudia, se sumó a un cortejo entre religioso y profano que marca las señas de identidad castelloneras. Y es que Castelló se rindió a los pies de una imagen venerada desde hace siete siglos. Un icono de alabastro en el que se encierra parte de los sentimientos de la tierra pairal.

Un relato de flores, lágrimas y basílica huertana que discurrió plácidamente y sumó la inmensa veneración a la patrona.

Una comitiva con muchísimo público en su recorrido y que alcanzó su axioma principal cuando llegó hasta la explanada. Allí, y al paso de las reinas de las fiestas, se desbordó una emoción constante y de vanagloria luz.

Arreciaron los aplausos, y, por unos segundos, Castelló era Lledó, y viceversa, en una sinfonía primaveral que no tenía fin.

Pero, y aunque parezca mentira, solo era el principio de todo. Porque, y al repique de campanas de gloria, las dos Natalias entraron en el templo para rezar con intensidad y entregarse a su Virgen más amada y venerada.

En ese momento, y pese a que los fieles llenaban la nave central del templo, las dos reinas parecían sumergirse en un encuentro fastuoso con la Mare de Déu. En soledad plena, en comunión perecedera para rendir honores de banda verde a la Mareta.

En volandas

Recibidas por el obispo de la diócesis, Casimiro López, y tras entregar el ramo de flores la alcaldesa de la ciudad, con paso firme y solemne, en volandas celestiales, se acercaron Natalia & Natalia para entregar su exorno particular desde el corazón.

Castelló es tan castellonenca que inaugura su primavera el tercer domingo de Cuaresma, y aún lo es más cuando mira de frente a su advocación mariana más precisa. Y eso sucedió ayer.

En el día de mayor calado para refrendar el amor consagrado a una referencia espiritual del poble de Castelló que pide a la Reina de los Cielos que «siga llum i auxiliadora» como rezan los gozos triunfales que salpican de tradición el fervor manifiesto. Momento sublime.