Así se debuta en Castelló, señor ganadero. La presentación del conjunto enviado por Adolfo Martín merece una venia. Mis respetos. Consciente de lo que el toro significa para esta tierra, Adolfo reseñó un encierro de categoría. Con trapío, punto por encima de lo habitual y con algún toro, como el sexto, digno de una plaza de primera. Sin estridencias ni desproporciones, una corrida elegida para el triunfo, baja, entipada, muy en el encaste Albaserrada.

Y con interés. Notable su paso por Castelló. El juego no dejó indiferente a nadie, sobre todo en el caballo, donde los toros empujaron y pelearon de verdad. Para el recuerdo, el tercio de varas al tercero, arrancándose de lejos con franqueza, buscando pelea sin titubear. Fue ese tercero uno de los toros de la corrida. Quizá de la feria. Un Adolfo de bandera. Aunque salió abanto, cuando tomó el capote pareció despertar, lo hizo con pujanza, por abajo y con transmisión. Protagonizó una pelea de bravo, con un segundo puyazo naciendo al galope de lejos y empujando de verdad. Más eficaz que lucido Vicente Soler con el capote.

Mejor en los remates, de sabor añejo y aires camperos. Galopó en banderillas el de Adolfo, con un son exquisito. Comenzó doblándose por abajo Vicente Soler, que adivinó pronto el buen pitón izquierdo y su franqueza. Excelsa la embestida por ese lado, de encomiable son. Soler lo pulsó sin apenas toques bruscos, de muleta muerta para embarcar. Algún natural aislado despertó un olé cerrado. No acabó de hilvanar una tanda rotunda que hiciese romper la plaza y eso fue clave para que la faena no terminara de redondearse. Esa disposición con el toro la emborronó después con la espada, perdiendo un posible premio.

Muy serio el sexto, enseñando las palas y con un puñal por pitón, apuntó su gran condición ya de salida, tomando los engaños por abajo, con fijeza y recorrido largo. De descolgado son. Lo banderilleó con más voluntad que acierto Soler. Buen toro este sexto, que tuvo entrega y calidad en la embestida. Un adolfo de dulce, sobre ambos pitones. Pese a su disposición, acusó Vicente la falta de rodaje y no acabó de convencerse de las virtudes del animal. De nuevo le falló la espada.

Madurez y buen sabor

Paco Ramos dio la sensación de torero placeado y maduro. El más curtido de los tres, pisó el ruedo con seguridad y determinación en todo momento. Le faltó toro, pero dejó muy buen sabor de boca. Su experiencia en tierras peruanas le ha servido para que Castelló viese a un torero más resolutivo y fresco, que dio la talla como si de uno de grandes ferias se tratase. Con el peor material realizó lo más destacado de la tarde y su nombre fue el que mejor cotizado salió. Empujó el primer toro de Adolfo Martín en el caballo, protagonizando un emocionante tercio de varas.

Antes, Paco Ramos se estiró a la verónica a pesar del corto recorrido del toro, rematando con una sabrosa media. El templado inicio de faena hizo presagiar lo mejor, pero no hubo continuidad después, con un toro de embestida corta y que salía desentendido y con la cara alta sin acabar de emplearse. Toreó con asiento y sorprendente soltura el de Onda, que después mató de una estocada entera, paseando la primera oreja de la tarde.

Por encima del cuarto se mostró Paco Ramos, un toro agarrado al piso y muy vacío de todo. Tras una nefasta lidia en los primeros tercios, la faena de muleta del castellonense, en terrenos de toriles, estuvo marcada por la determinación y firmeza, pero ayuna de emoción por la condición del animal. Expuso y a base de consentir, se justificó, sacando agua de un poco vacío. Por encima del animal. Mal con la espada Ramos, que brindó la labor a Javier Moliner Gargallo, presidente de la Diputación Provincial de Castellón, pieza clave para que este festejo saliese adelante.

No fue la tarde de Abel Valls, que acusó su inactividad y pagó su estreno con este tipo de encaste. No terminó de estar a gusto en ninguno de sus dos toros, como se diría en términos modernos, muy a contraestilo, puesto que su toreo tiene mayor brillo con otro tipo de toros. Con determinación se estiró a la verónica Abel Valls frente al segundo de la tarde. Apretó el toro en banderillas y la plaza se puso en pie con los pares de Curro Robles y Diego Valladar, que se desmonteraron. No fue fácil el de Adolfo, gazapón y pegajoso, sin escupirse de las telas, se quedó a medio viaje y sin buenas intenciones. Muy mirón, sin fijeza, no dejó al castellonense estar a gusto. No estuvo muy certero con la espada.

No terminó de acoplarse frente al quinto, faltando conjunción. Humilló el de Adolfo, con mejor embroque que finales, aunque a veces enseñó posibilidades de mayor recorrido. Acabó Abel Valls acortando distancias pero la faena nunca acabó de tomar vuelo. No manejó la tizona con acierto y se le esfumó la oportunidad de poder demostrarle a sus paisanos tanto esfuerzo y sacrificio realizado con anterioridad.

Tres toreros de la tierra

Impresionante el ambiente que se respiró en la plaza. Casi tres cuartos de aforo, una entrada como hacía tiempo no se conocía en el domingo de las fiestas de la Magdalena. El interés era doble, los tres toreros de la tierra y ganas de ver una corrida con acento torista. La ovación con la que el público recibió a sus toreros fue calurosa y cerrada, de las que ponen los pelos de punta. Arropó en todo momento a sus toreros, pero también los juzgó con objetividad. Olé por Castelló.