Dos años ha tenido que esperar el novillero de l’Alcora para ver cumplido el sueño de torear en su feria. Sin embargo, y pese a no haber toreado apenas en este tiempo, el que fuera el mejor alumno de la Escuela Taurina en el 2015, fue capaz de poder con los dos animales más complicados de la tarde de ayer, un manso segundo y un encastado quinto que tenía mucho que torear. A ambos astados supo sacarles lo bueno tenían.

Cierto es que sobró alguna tanda, que afloró algunos nervios, cosa lógica en esta tesitura. Pero pese a ello, fue con mucha diferencia el triunfador de la tarde. O dicho de otro modo, el único triunfador real en una jornada en la que se esperaba más de los participantes y en la que el único que estuvo en novillero fue Sedano Vázquez.

Resulta cuanto menos preocupante ver que uno de los líderes del escalafón de novilleros, como es Toñete, quien quedó segundo el año pasado, deje escapar dos animales de ese modo, sobre todo el excelente burraco. Toreo sin fondo, acelerado y con escasa o nula transmisión en el tendido. Mucho oficio y poco más. Si se guarda su lado bueno para otras plazas, me parece terrible, porque a un novillero se le puede perdonar que no sepa, que para eso está aprendiendo. Pero no se puede perdonar que no se emplee a fondo. Y si este es su lado bueno, apaga y vámonos.

Por su parte, Ángel Téllez tiene un corte excelente y de capote dejo pinceladas buenas. Pero en cuanto cambio el tercio, desafortunadamente el castillo de naipes se vino abajo. La búsqueda del estilismo no debe conseguirse solo a base de componer la figura. También hay que torear y, sobre todo, torear de verdad. Tirar de pico con un novillo como el sexto es para que le hagan copiar cien veces en una pizarra: eso no lo haré más.