Por momentos, en los alrededores de la plaza de toros de Castelló no cabía una aguja. Transitar por la acera suponía confundirse en un mar de aficionados de toda la provincia y más allá de estas fronteras, con grandes expectativas puestas en la faena de tres matadores de la tierra. Tres hombres que llegaron al coso cobijando los nervios en una furgoneta de cristales tintados que resguardaban sus ganas de triunfar ante los suyos. Y para lograrlo, lo que menos les faltó fue el calor del público, que se dejó sentir desde recién iniciada la tarde.

Los primeros días siempre están revestidos del entusiasmo propio de los estrenos. A las puertas de la plaza, gente anónima como los alumnos de la Escuela Taurina de Diputación, Marcos Andreu, Juan José Fernández y Javier Martínez, y personajes conocidos conformaban un misceláneo respetable entre el que se encontraba el exguardameta del Villarreal Diego López, amigo personal de Abel Valls.

De estreno también iban quienes viven la afición trabajando, aunque con el ánimo de hacerlo lo mínimo posible, como el doctor Gustavo Traver, fiel a la cita con un quirófano que quiere vacío y silencioso toda la feria.

Indispensable fue la presencia del presidente de la Diputación, Javier Moliner, anfitrión de una corrida muy esperada.