Si usted mira el resumen estadístico que tras cada gran premio publica la organización del Mundial de motociclismo, descubrirá que, cómo no, el primero de la lista de campeones es el italiano Giacomo Agostini: 15 títulos y 122 victorias. Pero, luego, ya está su compatriota Valentino Rossi (9 y 115). Y, en sexta posición, se encuentra el mallorquín Jorge Lorenzo (5 y 68). Cierto, antes, en la quinta plaza, tras los impresionantes Ángel Nieto (12+1 y 90 victorias) y el no menos veloz Mike Hailwood (9 y 76), vive (y subiendo) Marc Márquez, con 7 títulos y 73 triunfos.

Quiere ello decir que estamos hablando, o empezamos a hablar, de dos veteranos campeonísimos, Valentino Rossi, de 40 años, y Jorge Lorenzo, de 32, compañeros de equipo en su tiempo, que están sufriendo lo que no está escrito en el inicio de su contrato bianual (2019 y 2020) con las dos marcas más poderosas del Mundial, Yamaha y Honda. La desesperación del nueve veces, caído ayer en carrera y que lleva desde Holanda-2017 sin ganar, es enorme. Ya no puedo hacer milagros, dijo ayer tras abandonar. El desconcierto en el que vive el pentacampeón mallorquín no tiene precedentes. Es más, ahora mismo está volando hacia Japón para ver si le construyen un depósito y/o un asiento, no sabe muy bien qué, para que pueda conducir más cómodo la Honda RC213V pues llego muerto de cansancio a las últimas vueltas.

Como ya hizo en Ducati, donde tardó más de un año en volver a ganar, Lorenzo piensa en soluciones de ergonomía. A ver si en Montmeló puedo disponer de alguna solución para mejorar mi posición en la moto, y por eso voy a Japón a trabajar, insistió. Estamos limitados en aquello relativo al motor y al cuerpo de la moto. Está claro que tenemos un motor muy potente, pero creo que eso crea problemas en otros aspectos. Sabemos que Marc está ganando, pero si hay una marca que es capaz de poner en práctica un plan B para mí, ésa es Honda.

CON EL PRESIDENTE DELANTE

Lo verdad es que el japonés Yoshishige Nomura, presidente del departamento de competición de Honda (Honda Racing Corporation) abandonó ayer Mugello muy preocupado, no solo por la situación crítica que atraviesa Lorenzo (13 en Mugello, a más de 20 segundos del vencedor), sino, también, por sus críticas a la moto y su petición de dirigir el desarrollo de la Honda del próximo año. Nomura, por supuesto, no abrió la boca, como tampoco su mano derecha en los circuitos, Alberto Puig.

Quien sí respondió a Lorenzo sobre su petición de dirigir el desarrollo de la futura moto fue Márquez en declaraciones a Sky Italia, la televisión italiana que posee los derechos del Mundial. Lo dije el sábado y lo repito hoy: Honda tiene la costumbre de hacer caso al piloto más rápido, así que si Jorge quiere influir en la moto del próximo año, tendrá que estar delante. La moto del 2015 sí era una moto difícil y problemática, la de este año va muy bien. Ahí está Takaaki (Nakagami, 5 en Mugello) y Cal (Crutchlow, 8) para demostrar lo que digo.

Lorenzo dio a entender que su viaje a Japón fue idea de todos, aunque no quiso aclararlo. Los billetes los paga Honda, y su voluntad siempre ha estado ahí, pero por una cosa u otra no he podido dar ese paso adelante que me falta con el depósito. El mallorquín, que hace semanas fue criticado por no haber empezado la temporada en un buen estado de forma física, reconoció que me falta energía y, cuando al final de carrera, me atacan los otros pilotos estoy muy fatigado.

Rossi, que sigue soñando con su décimo título mundial (este año se cumple la décima temporada que lo persigue), vive su crisis de otra manera, pues aún continúa arrastrando, por su tremendo prestigio, a miles y miles de seguidores, como quedó demostrado en el amarillo Mugello de ayer. Pero, eso sí, está ya a 43 puntos de Márquez, es decir, casi dos victorias (50), cuando solo se han disputado seis carreras.

MEJORAR EL PRESENTE

Tengo que hacer memoria para poder recordar un fin de semana tan malo como este de Mugello. Fue muy duro ya desde el viernes, cuando vimos que teníamos muchos problemas. Siempre fuimos muy lentos, explicaba ayer Rossi, rodeado de los suyos y ante varias docenas de periodistas, mayoritariamente italianos, que viven con desesperación los últimos coletazos de su gran campeón.

El Doctor no quiere pensar, como ya insinuó en Le Mans, en la moto del próximo año, pero sabe que esta temporada difícilmente van a mejorar a nivel de potencia. No hay que centrarse en la moto de 2020, aunque ojalá tengamos ya un primer prototipo en el test de Brno. Debemos centrarnos en Barcelona, nuestra próxima cita. Pero es verdad que no creo que podamos hacer grandes cosas este año porque el motor está congelado, recordó.

Rossi no quiso repetir que les falta aceleración, velocidad punta y competitivos en las últimas diez vueltas de carrera, cuando se desgastan los neumáticos y ellos dejan de serlo. Sabe que esos problemas han sido muy repetidos y denunciados. Esta vez, al menos, no ha habido una Yamaha que destaque. La mejor fue la de Maverick Viñales y terminó sexto, a más de siete segundos del vencedor. Ni siquiera el jovencísimo Fabio Quartararo, de 20 años, que mantuvo un tremendo pulso con Márquez viernes y sábado, ha brillado, pues terminó el décimo a más de 17 segundos de Danilo Petrucci (Ducati), el nuevo vencedor de MotoGP.