En 1982, un semanario parisino hizo una encuesta entre sus lectores con el propósito de determinar quién era el personaje histórico alemán más detestado en Francia. Pese a su contundente lista de méritos, Adolf Hitler solo pudo ser segundo. Le ganó un portero de fútbol de 28 años llamado Harald 'Toni' Schumacher.

El odio francés hacia el guardameta germano tenía su origen en el partido de semifinales del Mundial de España que ambos países disputaron en el estadio Sánchez Pizjuán. Los alemanes vestían de blanco y Michel Platini vestía de azul. En el minuto 62, con empate a 1 en el marcador, el talentoso centrocampista galo filtró un pase entre la defensa que dejó a su 'coéquipier' Patrick Battiston solo ante Schumacher. Desentendiéndose de la pelota, el portero se lanzó a por Battiston, que apenas tuvo tiempo de tocar el balón con el pie izquierdo (salió fuera) antes de ser brutalmente embestido y perder el conocimiento.

El central 'bleu' quedó tendido en el suelo con la mandíbula fracturada, tres dientes rotos y lesiones en dos vértebras. Mientras los servicios médicos intentaban reanimarlo y le administraban oxígeno ante la mirada aterrorizada de los jugadores franceses, el responsable de aquel 'blitzkrieg' maxilofacial plantó el balón en el suelo y, con los brazos en jarras y gesto de fastidio, se limitó a esperar a que Battiston fuera retirado en camilla para poder reanudar el juego (el árbitro holandés Charles Corver ni siquiera había pitado falta, aunque más tarde admitió que debía haber expulsado al guardameta).

Pagar la ortodoncia

La afrenta no quedó ahí. Cuando el partido, uno de los mejores que jamás se han visto en un mundial, llegó a su agónica conclusión tras una tanda de penaltis en la que Schumacher resultó decisivo para la victoria alemana, un periodista le comunicó que Battiston había perdido tres dientes, a lo que el portero respondió que no era para tanto y que si acaso ya le pagaría él la ortodoncia. El calibre de los insultos que le dedicó la prensa francesa al día siguiente habría hecho sonrojar al capitán Haddock. El central herido tardó más de seis meses en poder volver a jugar.

Convertido en el villano oficial del fútbol europeo, Toni Schumacher siguió defendiendo el arco de la selección hasta que en 1987 publicó un libro ('Tarjeta roja' era el título de su edición española) repleto de revelaciones escandalosas sobre los hábitos de sus compañeros en la 'Mannschaft': dopaje, juego, prostitutas en las concentraciones… El FC Colonia, su club de toda la vida, le dio la carta de despido y la federación alemana le hizo la cruz.

La historia del lance del Sánchez Pizjuán tuvo una coda inesperada cuando, en el 2006, el coleccionista alemán Mike Draegert organizó en la galería berlinesa The Aquarium una exposición de objetos relacionados con la historia de los mundiales. Allí, junto a un pedazo del travesaño en el que rebotó el disparo de Hurst en la final de 1966 y el cabestrillo con el que Franz Beckenbauer jugó los minutos finales de la semifinal contra Italia en 1970, se exhibieron los tres dientes perdidos de Battiston, que habían sido adquiridos por un odontólogo marsellés. El lote se completaba con un chicle reseco que, según Draegert, salió expelido de la boca de Schumacher en el momento de la colisión. “Estoy casi seguro de que el chicle es auténtico -afirmó el coleccionista el día de la inauguración-. Pero habría que hacer una prueba de ADN para tener la certeza absoluta”.