España no tuvo entrenador durante casi dos horas. La bomba que lanzó Florentino Pérez anunciando el fichaje de Julen Lopetegui como nuevo técnico del Madrid provocó un tsunami justo antes de que la Roja debute mañana en Sochi ante Portugal. Un huracán que se ha llevado por delante a Lopetegui, quien será hoy presentado en el Bernabéu como el sucesor de Zidane, colocando, además, a Fernando Hierro al frente de España. Tuvo, precisamente, mano de hierro Luis Rubiales, el presidente de la federación, porque no le tembló el pulso en unas horas que resultaron volcánicas y esperpénticas.

El efecto de la bomba blanca resultó letal. Instantáneo. Quedó la selección bajo un terrible estado de shock, procesando el carrusel de acontecimientos que se vivieron en una crisis sin precedente alguno. Una crisis descomunal en la que Rubiales, lleno de ira porque Lopetegui había negociado con Florentino a su espalda, no se dejó asustar por el poderío del Madrid e impuso su idea inicial de despedir de manera fulminante al técnico guipuzcoano.

DESLEALTAD

«Nos hemos visto obligados a prescindir del seleccionador», anunció el presidente de la RFEF tras comunicar a Lopetegui que no aceptaba su deslealtad. Deslealtad porque no le informó de la llamada del Madrid. Deslealtad porque no le hizo caso (ni tuvo influencia alguna con Florentino) para no hacer público el acuerdo. Deslealtad porque la federación supo solo «cinco minutos antes» del estallido de la bomba, que alteró para siempre el paisaje de la Roja.

Lopetegui, que había firmado una inmaculada hoja de clasificación hacia el Mundial en sus dos años con la selección (20 partidos, 14 victorias, seis empates), lo ensució todo al recibir la llamada blanca. «La selección es el equipo de todos los españoles y hay decisiones que estamos obligados a tomar en función de una forma de actuar», proclamó Rubiales, mientras el exseleccionador hacía las maletas para volar a Madrid, donde hoy será presentado como nuevo entrenador merengue. «Nos hemos encontrado con una circunstancia sobrevenida, con una negociación» (habla del Madrid y el técnico, sin citar a Florentino) «de la que nunca se informó a la federación».

Por eso, Rubiales actuó pensando solo en la selección, desoyendo presiones de todo tipo, incluyendo de algunos jugadores, que pedían la continuidad de Lopetegui durante el Mundial. El Madrid pensó en el Madrid; Julen en Julen y Rubiales en la federación. «Tiene que haber un mensaje claro. Hay una forma de actuar que debemos cumplir. Estábamos obligados a tomar una decisión. Aquí nadie puede estar fuera de las reglas del equipo», proclamó.

No dijo entonces el nombre del sucesor de Lopetegui, pero sí dio una pista. «Vamos a tocar lo menos posible en la concentración». Un par de horas más tarde, la federación emitía un comunicado confirmando el nombramiento de Fernando Hierro como máximo responsable técnico en el Mundial. Pasó del despacho de director deportivo de la federación a sentarse mañana en el banquillo de Sochi ante Portugal.

Todo sucedía de manera vertiginosa. En menos de 24 horas, Lopetegui abandonaba la concentración de Krasnodar junto a sus ayudantes: Pablo Sanz, Óscar Caro (preparador físico) y Juan Carlos Campillo (coach) y Hierro lanzaba un «mensaje de tranquilidad» en medio del caos.

«PELEAR POR EL MUNDIAL»

«No, no podía decir que no. No me lo hubiera perdonado a mí mismo. Hay que dar un paso adelante y ser valiente», afirmó Hierro, eludiendo cualquier referencia al pasado, focalizando toda su mirada en la cita contra Portugal. «No se puede tocar en dos días lo que se lleva haciendo en los dos últimos años», admitió el exjugador del Madrid, reclamando a sus «chavales» (los jugadores de la selección) que sean «inteligentes y maduros» entre tanta improvisación. «La respuesta que he recibido de los jugadores es fantástica». Mañana, en Sochi, se verá si la bomba era nuclear.