El sector de la automoción, al igual que otros muchos, cerró el pasado mes de marzo los que muy probablemente hayan sido los peores resultados de toda la historia.

Con los concesionarios cerrados desde que se instauró el estado de alarma y su actividad limitada en la mayoría de los casos a los servicios de urgencia que realizan en el taller, es evidente que las cifras anunciadas la semana pasada tanto a nivel nacional como provincial no han supuesto ninguna sorpresa.

En marzo, las ventas cayeron casi un 70%, un descenso brutal pero mitigado por el hecho de que durante las dos primeras semanas del mes sí hubo actividad comercial. Es previsible, por tanto, que en abril la caída será incluso mayor, todo ello debido a que el parón es total.

Tras este descalabro, el mercado cerró el primer trimestre del año con un retroceso del 31%, convirtiendo un ejercicio que ya se presentaba muy complicado por la entrada en vigor de la nueva normatica de emisiones en un reto sin precedentes para marcas y concesionarios.

Ahora, sin embargo, toca esperar y quedarse en casa. Con las fábricas cerradas y las persianas bajadas en toda la red de distribuidores.