Aunque el martes volvieron a la actividad algunos sectores considerados no esenciales como los de la cerámica y la construcción, el mundo de la automoción sigue paralizado desde el 14 de marzo, a la espera de que la situación sanitaria permita su activación.

Desde que el Gobierno decretó el estado de alarma todas las factorías de automóviles mantienen detenida su producción y las redes de concesionarios oficiales están cerradas, sin más movimiento que el estrictamente necesario para realizar reparaciones urgentes de taller.

Mientras tanto, y para que todo esté preparado cuando llegue el momento de volver, las patronales del sector, Anfac (fabricantes), Faconauto (concesionarios) y Sernauto (proveedores industriales) ya han firmado un protocolo de actuación con los principales sindicatos, que al parecer también cuenta con el visto bueno del Ministerio de Industria.

En este documento se describen las medidas de protección que deberán implementarse. El control de las distancias de seguridad y las aglomeraciones, el uso de mascarillas por parte de los trabajadores y los clientes o la certificación de desinfección de los vehículos de demostración marcarán la vuelta a una normalidad que será, todo así parece indicarlo, cualquier cosa menos normal.