Lo que en Río de Janeiro es una rutina se convirtió ayer en un hecho de trascendental importancia. A escasos kilómetros del Parque Olímpico de Río 2016, el vicecónsul de Rusia reaccionó a un atraco armado que acabó con la muerte de uno de los criminales por un disparo en la cabeza. Un incidente que ocurre apenas 24 horas antes del estreno de las instalaciones en los Juegos Olímpicos y bajo plena ocupación de miles de militares.

Según las informaciones facilitadas por la División de Homicidios de la Policía Civil de Río de Janeiro, en el momento del atraco el diplomático, quien era originario del estado brasileño de Minas Gerais, se encontraba en su vehículo particular junto a su esposa e hija atrapado en un rutinario atasco en la Avenida de las Américas, la principal carretera del barrio olímpico de Barra da Tijuca. Sin previo aviso, dos hombres en moto abordaron el vehículo rompiendo una de las ventanas y anunciando el atraco.

Inmediatamente, el entrenamiento en jiu-jitsu del diplomático le habría llevado a reaccionar y durante el forcejeo por el arma de fuego uno de los criminales acabó siendo alcanzado falleciendo en el acto. A pesar de las informaciones contradictorias y de que el ‘modus operandi’ no parece coincidir con la acción de este tipo de delincuentes, el incidente rápidamente ganó una fuerte repercusión en los medios de todo Brasil y entre los miles de periodistas internacionales que estos días se desplazan con todo tipo de vehículos por ese mismo lugar.

TIROTEO ANTE LA SELECCIÓN DE BALONCESTO CHINA

El impactante suceso se produce después de que a última hora del miércoles el equipo chino de baloncesto se encontrase con un tiroteo en la carretera que conecta el aeropuerto internacional de Río y las instalaciones olímpicas de Barra da Tijuca. Sorprendidos con la situación, los chinos llegaron a colgar en las redes sociales fotografías de vendedores ambulantes tumbados en la carretera para evitar ser alcanzados por alguna bala perdida.

Esa misma noche, tres periodistas suecos que viajaban en un vehículo de Uber junto a las favelas del Complejo de Lins, en la zona norte de Río, fueron secuestrados por narcotraficantes de la región después de tener la brillante idea de bajar del coche a tomar fotografías. Según la versión dada por el conductor a la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) tras unos intensos 30 minutos los traficantes acabaron liberando a los escandinavos al darse cuenta de que realmente eran profesionales de la información y no suponían ninguna amenaza para su negocio.

Los episodios de los últimos días han puesto de manifiesto por lado la increíble cotidianidad de la violencia en una ciudad en la que se producen 13 atracos a mano armada por hora, como la inutilidad de un despliegue de 67.500 agentes de seguridad, entre policía y militares, cuando gran parte de la ciudad se encuentra bajo el control de las facciones de narcotraficantes. Ahora más que nunca se demuestra que el gran proyecto de la pacificación, con la instalación de las UPP en muchas de las favelas de Río, solo fue un maquillaje de cara a los grandes eventos deportivos.