Una misa solemne, oficiada por el patriarca ortodoxo, y una recepción no menos solemne, presidia por Vladímir Putin, sirvieron de adiós al mermado equipo olímpico de Rusia que hoy, de madrugada, parte hacia los Juegos de Río en medio de la reivindicación general por la «abierta discriminación», en palabras del presidente ruso, sufrida por los deportistas de un país sospechoso hasta la médula de haber implantado un sistemático dopaje de Estado.

Las lágrimas de la doble campeona olímpica de salto con pértiga, Yelena Isinbayeva, salpicaron la despedida. «He sido expulsada groseramente de los Juegos», aseguró el buque insignia del atletismo ruso, que estará en pleno ausente en Río por decisión de la federación internacional de este deporte. Del equipo inicial de 387 deportistas han caído 67 atletas, 22 remeros, 7 nadadores, 5 piragüistas y 4 ciclistas, entre otros. De momento quedan 279 deportistas, pero falta alguna federación aún por pronunciarse. «La situación se sale no solo del marco legal, sino también del sentido común. Hay que decir con toda claridad que los politicastros cortos de miras no quieren dejar al deporte en paz», aseguró Putin, que no asistirá a la ceremonia inaugural en Río. El presidente de Rusia denunció que muchos deportistas rusos han sido apartados sin ser acusados de dopaje, y citó también el caso del atletismo, denunciando una campaña en su contra en la que «se anuló la presunción de inocencia y se aplicó la responsabilidad colectiva».

LA JUSTICIA // Putin prosiguió con su diatriba en contra de la decisión del COI. «No podemos estar de acuerdo con la infundada descalificación de nuestros atletas con historiales absolutamente limpios de dopaje. No podemos aceptar lo que es, de hecho, una abierta discriminación. Con toda seguridad, la justicia imperará», aseguró Putin. «La ausencia de deportistas rusos, líderes en muchas disciplinas, disminuirá notablemente el nivel de competitividad y espectacularidad de los Juegos» añadió Putin. H