Querido lector, la Confederación Sindical de CCOO del País Valencià, CCOO de aquí, la de casa, cumplen 50 años y, como parece que para la ocasión van a editar algún libro o revista, no lo sé muy bien, me han pedido un artículo sobre su origen o nacimiento en las tierras de Castellón. Propuesta que he aceptado, sin pensarlo mucho, en la medida en que me parece una obligación y un honor y, al tiempo, es una buena ocasión para hablar de la Vall d’Uixo y revivir personas, esfuerzos, momentos, etc., que tienen que ver con la lucha por las libertades democráticas.

Hablar de mi pueblo, decía, de la Vall d’Uixo, porque CCOO nació, primero como movimiento y después como organización, como sindicato, en la fábrica de calzados Segarra. Y es que, como no podía ser de otra forma, una concentración de 4 o 5 mil trabajadores provoca múltiples y espontáneas acciones de autodefensa obrera pero, al final, en la medida en que son permanentes, acaban exigiendo como algo legitimo y necesario el mantenimiento de una organización estable que lejos de cualquier oportunismo o aventura momentánea posibilite una mejor defensa de las reivindicaciones y una mayor unidad de los trabajadores.

Pero si también es una buena ocasión para revivir momentos y personas vinculadas a las luchas por las libertades democráticas, es porque CCOO, además de ser hija de un momento político e histórico muy determinado, también lo es de las necesidades más inmediatas de unos trabajadores que, sin haber escrito ninguna Constitución, ni ocupar altos cargos institucionales, sabían que la razón y la verdad, aunque importante no era suficiente. Por eso, día a día, al pitar la sirena de la fabrica Segarra, al salir por la tarde, cogían sus pequeños utilitarios y se iban a buscar contactos y coordinaciones entre los trabajadores de la madera de Benicarló y Vinaròs o, entre los de la cerámica de Onda o Alcora. Es decir, tenían conciencia de que el número y la organización de los implicados era algo determinante, esencial. Trabajadores que, sin perder de vista lo social, la búsqueda de las soluciones a las demandas laborales y cotidianas, aprendieron (porque lo sufrían con el pago de perdidas de empleo y persecución policial) que solo existiría un sindicalismo de clase en el marco de la libertad y, en consecuencia, cualquiera de sus luchas aparecía con un contenido político que cuestionaba la dictadura y reclamaba la democracia.

Querido lector, la Confederación Sindical de CCOO del País Valencià, cumple 50 años y he aceptado escribir unas palabras porque es, sin duda, una historia de dignidad. H

*Experto en extranjería