Hace 70 años, un pueblo perseguido a lo largo de la historia hasta ser víctima de los horrores de la muerte planificada e industrializada en las cámaras de gas del nazismo, lograba un Estado propio surgido de la partición de Palestina bajo mandato británico. Era un Estado que llevaba en su partida de nacimiento un carácter socializante de la mano de David Ben Gurion. También llevaba un afán expansionista que sigue vivo siete décadas después. A la mañana siguiente de aquel 14 de mayo de 1948, otro pueblo, el palestino, empezaba su exilio tras ser expulsado de sus tierras en una operación de limpieza étnica que con el paso del tiempo ha derivado en una situación social, económica y políticamente insostenible para los palestinos que siguen en campos de refugiados (¡desde 1948!) y para los que viven bajo la incesante presión de Israel en Cisjordania y bajo el bloqueo total en Gaza.

Tras varias guerras Israel sigue ocupando indebidamente territorio palestino. Ha desafiado innumerables veces a la ONU ignorando las resoluciones del Consejo de Seguridad y ha desoído todo llamamiento a detener los asentamientos de colonos israelís en los territorios ocupados. Los acuerdos de Oslo que firmaron en 1993 Bill Clinton, Isaac Rabin (que por ello sería asesinado), y Yaser Arafat, debían ser la antesala de la creación de dos Estados. Esta opción, la única viable y justa para el futuro, está atrancada. Hace cuatro años que las negociaciones de paz están paralizadas. Mientras, no se detiene la construcción de colonias en tierra palestina. Por el contrario, han sido promovidas por el gobierno de Binyamín Netanyahu al frente de coaliciones del derechista Likud, y de partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos en sus casi 10 años de gobierno ininterrumpido.

Siete décadas después de su creación, Israel es un poder regional en un Oriente Próximo convulso y muy peligroso. Posee armamento atómico, es una potencia militar y tecnológica, y es capaz de dictarle a Donald Trump la política a seguir en la zona. Un símbolo de este sometimiento se verá también hoy cuando EEUU traslade su embajada desde Tel-Aviv a Jerusalén desafiando a toda la diplomacia internacional. Los logros israelís son muy grandes para un país pequeño, pero el mayor progreso para su población que es el de la seguridad se le seguirá escapando mientras no quiera resolver satisfactoriamente para todos el conflicto con los palestinos.