Basta ver los fríos datos de este mal sueño del covid-19 para asegurar con certeza que algo se hizo mal desde el primer momento. Para más inri se sigue en las mismas. Pasados seis meses, la senda por la que transitan los máximos responsables continúa tan oscura como incierta. España está en la vanguardia internacional en lo que se refiere a cifras de contagiados, fallecidos y depresión económica. El momento político es tan desolador como el páramo helado que sobrecogió el corazón de Blasco Ibáñez camino de las trincheras que defendían al París sitiado de 1915. Empero, la casta política da la impresión de estar confortable, al abrigo de sus puestos remunerados por los impuestos de los contribuyentes. Miras a un lado y a otro, vuelves a mirar y nada, el páramo de la política sobrecoge. ¿A dónde vamos? La desazón es la respuesta. Y la desazón suele ser preludio de la desesperanza, y ese sí es un punto de no retorno. Me sorprendo cada día al ver las poses y la verborrea estilo tele predicador de los principales actores de este desastre mundial que los españoles, habrá que preguntar por qué, estamos viviendo con especial rigor. Sufrimos la mayor situación de crisis nacional, en todos los órdenes, desde la guerra civil, y los políticos, sea cual sea su signo, ni se despeinan, sólo les preocupa su pesebre particular y toman por tontos a los ciudadanos. Ahora, en el espectáculo al que estamos asistiendo en las negociaciones para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, una vez más siguen primando los intereses de bandería mientras el país va irremisiblemente hacia el precipicio. Este debería ser momento de grandes líderes y, de forma terrible, estamos ayunos de ellos. Ni está ni se espera a un mirlo blanco que acuda al rescate, algún patriota de verdad que esté dispuesto a arriesgar el pellejo poniendo sobre la mesa un audaz plan que nos devuelva la esperanza, como hizo Franklin D. Roosevelt con su New Deal para hacer frente a los demoledores efectos sociales del Crack del 29. Aconsejo la lectura de Las uvas de la ira , de John Steinbeck , magnífica radiografía de la dramática situación a la que se enfrentó Roosevelt y de la que salió victorioso, para suerte de los Estados Unidos. En tan necesaria tarea pensaba yo que estaban Casado y Arrimadas , incluso Abascal , ante la ausencia de brillantez del bloque de izquierdas en el que además encontramos espúreos intereses de cierta tropa golpista, con Rufián a la cabeza en plan amenaza, y de los otros afines a los muchachos de ETA, bajo la dirección de Otegui .

Claro que hay una abrumadora mayoría constitucionalista que nos representa. Pero, si quieres arroz Catalina. Unos y otros en plan pose, dispuestos a no ceder ni un milímetro sus posiciones, pensando en el oportunismo del momento, en plan Sillas de montar calientes , el brillante film de Mel Brooks que en forma de astracanada denuncia de qué es capaz un político cuando paladea la droga del poder. Ese ansia siempre es dañina, pero ahora mismo nos puede abocar a un infierno mayor al que vivimos. Veremos cómo funcionan los colegios y veremos también el desempleo dentro de unas semanas y hasta cuando puede aguantar el Estado sosteniendo los ERTE . Desde luego, veremos muchas cosas que, en estos instantes, no pintan nada bien.

En otros países con larga tradición democrática ya se habría formado un Gobierno de concentración nacional, a fin de abordar la dramática situación que vivimos, aun a costa de quemar en el intento a los líderes comprometidos en una tarea suprema común: salvar a la nación. Pero aquí tirios y troyanos, rojos, azules, morados, naranjas y el arco iris completo van a la suya, ejerciendo de simples mortales en los que prevalece ante todo la ambición personal. Unos porque quieren conservar el poder y otros porque ansían conseguirlo. Y así nos va. Entre tanto, a todas horas y por todos los medios de comunicación, nos taladran el cerebro con una sobre información de lo mismo. En general, en tan defectuosa forma de comunicar, cabe resaltar el sesgo del detalle, que es lo que permite discernir sobre la realidad del momento. Las cifras que nos meten por ojos y oídos están carentes de la más elemental información. Es preciso conocer las edades de los afectados, patologías que sufrían en el momento de contagiarse del covid-19, en especial a la hora de hablar de fallecidos. Somos ciudadanos de un estado de derecho, con la legitimidad de discernir por nosotros mismos. Empero, desde hace demasiados meses me siento como un corderillo al que engatusan, mientras asisto al espectáculo de la incompetencia de tanto descreído pastor político de medio pelo. Ojo, que en ello nos va la vida, y no solo por las lamentables cifras que nuestro país arroja en la pandemia, sino por las escalofriantes expectativas que ofrece el incierto rumbo al que nos vemos arrastrados casi cincuenta millones de tripulantes de una nave que navega sin rumbo y con la oficialidad en constante riña de gatos.

Mientras la ciudadanía asiste callada y obediente ante el guiñol de la política nacional, el transcurrir del día a día barrunta un horizonte poco halagüeño. La maldita pandemia nos golpea más fuerte que a ningún otro país. Al tiempo, la propaganda impregna nuestras vidas y los enemigos del Régimen del 78, el periodo de mayor prosperidad y libertad, van ganando la batalla del relato, como certeramente apunta el bilbaíno Fernando García de Cortázar , Premio Nacional de Historia y catedrático en Deusto. García de Córtázar vivió bajo la amenaza mortal de ETA y conoce muy bien a los paladines que no cesan en reescribir la historia en beneficio de sus intereses. En el decisivo periodo de la Transición dos avezados escribidores, Javier Arzallus y Jordi Pujol , abrieron el camino que nos ha llevado al actual bosque cegado por la espesa niebla del separatismo. Estos días, como añadido, asistimos al interrogatorio de una juez argentina de 83 años al ex ministro Martín Villa al que acusa, entre otras lindezas, de genocida. Los presidentes González, Aznar, Zapatero y Rajoy han dado la cara por el español, negando la mayor. Su señoría podría tener el mismo celo justiciero con etarras escondidos en tierras americanas, que esos sí son asesinos. Y de paso procesar al responsable político de Guantánamo. H

*Periodista y escritor