El 2020 será un punto de inflexión en la Historia. El alcance mundial de la pandemia y su impacto socioeconómico representan desafíos de gran envergadura. Nos encontramos en un momento decisivo. Las políticas que ahora se impulsen desde los poderes públicos condicionarán el futuro de nuestra sociedad. Por ello, debemos proyectarnos con amplitud de miras, pensando en el mañana y no solo en el ahora, e incidir con nuestras actuaciones en mejorar las condiciones de vida de las personas, un terreno en el que los municipios tienen mucho que decir.

Esta semana tuve ocasión de participar en una mesa de diálogo online organizada por la Unión Iberoamericana de Municipalistas. En este foro autoridades españolas y latinoamericanas pudimos compartir nuestras experiencias en la gestión de la crisis de la covid-19, tanto aquellas acciones llevadas a cabo para afrontar la emergencia sanitaria, como nuestros planes de futuro para la reactivación social y económica.

Pude conocer de primera mano los retos a los que se enfrentan autoridades municipales al otro lado del charco, los problemas que acucian a localidades de otros contextos culturales y socioeconómicos y cómo los están abordando. Y aunque cada municipio tiene sus particularidades, hubo un punto en común, una idea compartida por todos: el papel crucial del municipalismo para responder a la crisis.

Compartimos, aquí y allá, un problema estructural que condiciona nuestra capacidad de acción. Los ayuntamientos siguen siendo el hermano pequeño de las administraciones públicas. En un contexto en el que los límites competenciales parecen cada vez más diluidos, asumimos la respuesta más inmediata a la ciudadanía mientras se pospone el necesario debate de la financiación local. Asumimos cada vez más gestión sin los recursos necesarios, cuando la acción en el municipio es fundamental para abordar problemas que inciden directamente en la vida de las personas. Por ello, es importante compartir experiencias y abrir espacios de diálogo en foros municipalistas que sirvan para alzar la voz y empoderar a las administraciones locales.

Mientras tanto en Castelló, conscientes de la importancia de la acción municipal, trabajamos para reforzar el bienestar de nuestros vecinos y vecinas, incidiendo en aquellos sectores económicos más castigados y en los colectivos más vulnerables, priorizando la transición ecológica y generando igualdad de oportunidades. Para ello, el Ayuntamiento cuenta con un presupuesto de 180 millones de euros, unas cuentas orientadas al relanzamiento de Castelló. Destacan los 14 millones en políticas sociales, una apuesta decisiva que supone un 56 por ciento más que en 2015; el Plan Castelló Contrata de 2,3 millones, con una nueva línea de ayudas a la contratación de personas autónomas, microempresas y pymes; una partida de 1 millón de euros en ayudas directas para paliar los efectos de la pandemia en los sectores económicos, y 1,5 millones del Plan de Inversiones de Reactivación Económica para ejecutar medio centenar de microobras que incentiven la contratación de pymes y autónomos. En definitiva, desde la acción municipal, invertimos en el futuro de Castelló.

*Alcaldesa de Castelló