El progreso de la tolerancia hacia los actores y actrices ha sido muy lento y ha ido variando según los países, desde Tespis (considerado como el primer actor teatral de la humanidad) hasta nuestros días. La sociedad ha tardado siglos en admitir que le cómico era una persona como las demás. De todas maneras, cada verano, cuando Nuria Espert llegaba a su casa de Alcossebre con la tez pálida en la que se reflejan las huellas de muchas noches de luna, con el misterioso brillo de sus ojos de gato, no parece «una persona como las demás».

SU VINCULACIÓN. Por su matrimonio con Armando Moreno, «un hombre de Castellón»; por ser vecina de Alcocebre, empadronada en el municipio de Alcalá de Xivert; por su vinculación a nuestra tierra y sus permanentes viajes por nuestros pueblos y ciudades; Nuria Espert no solamente es querida y admirada por los castellonenses, sino que, consecuencia de ello, su biografía es conocida por muchos de nosotros.

En 1954 alcanzó su primer éxito resonante en el Teatro Griego de Montjuich con Medea, obra con la que realizó su primera gira con los Festivales de España. Afloraba su fuerte temperamento dramático y se configuraba como una actriz expepcional.

Y todo sucedió muy rápidamente. La adolescente se hizo mujer y el 29 de septiembre de 1955 contrajo matrimonio con Armando Moreno. Y además formaron compañía propia con giras por España.

En Hospitalet de Llobregat, ciudad que años más tarde la nombraría Hija Predilecta, nació Nuria Espert Romero, el 11 de junio de 1935, hija de Justo y Bienvenida.

Después del colegio...

--Yo quería ser bailarina, declaró un día gozoso.

Es natural, ella era la que bailaba y recitaba en los finales de curso y en las fiestas de su colegio.

En uno de esos finales de curso, estaba presente el empresario del Teatro Romea de Barcelona. Buscaba a una niña para representar el papel de gato, y claro:

--Aquel día decidí que yo quería ser actriz.

EL TEATRO. Recuerdo mi primer encuentro con Nuria y Armando. Eran los años en que mi mundo era el mundo del teatro. Yo iba a estrenar como autor una obra en tres actos, La fiesta del barrio, gracias al milagro aquel que suponía la existencia del TOAR, un grupo teatral que nació desde la Obra Atlético Recreativa de Castellón, entrañable institución dependiente de la parroquia de Santa María. Y en el salón parroquial de San Pablo, convertido años más tarde en el Cine Condal, vivíamos un grupo de personas el ensoñador mundo del teatro por dentro. Éramos actores y autores casi todos a la vez y percibíamos perfectamente el latido teatral de España y del mundo, con nuestras representaciones casi semanales, efectuadas con gran entusiasmo.

En el desarrollo de uno de los ensayos, invitados por nuestro director Antonio Gascó Calduch, aparecieron un día Nuria y Armando. ¡Qué convulsión…! Armando nos dio varios consejos muy profesionales, que acatamos todos con reverencia. Y Nuria, cuya esbelta figura de niña hecha mujer y sus misteriosos ojos de gato, que nos causaron una fuerte impresión, se subió de repente al escenario impulsada por su temperamento y su necesidad vital de expresarse en actriz, mientras todos nos arremolinamos en la primera fila del patio de butacas, junto a las candilejas. Hecho el silencio, comenzó la representación. Era una interpretación vibrante del Romance de luna, luna. Se adivinaba el talante de Federico García Lorca arrebolado entre la fuerza expresiva de Nuria:

La luna vino a la fragua / con su polisón de nardos. / El niño la mira, mira. / El niño la está mirando.

Me estremezco todavía al recordar el sonido de aquella voz deliberadamente quebrada que recitaba-cantaba entre los ecos del teatro vacío, mientras los brazos desnudos, las caderas y todo el cuerpo de Nuria eran una vibración electrizante, de ritmo y de sensualidad angustiada con su poderío de gran actriz:

Huye luna, luna, luna. / Si vinieran los gitanos, / Harían con tu corazón / Collares y anillos blancos.

No puedo evitar que vuelva el nudo al estómago, al escribir ahora, cuando me encuentro contemplando en la playa el humo de los barcos. Me llega ahora, tantísimos años después, el eco de aquel extraordinario final: «El aire la vela, vela. El aire la está velando…».

Nuria ingresó definitivamente en la Compañía Titular Infantil del Teatro Romea de Barcelona. Rápidamente pasó a la Compañía Adulta o profesional y ahí ya se hizo famosa.

--Mis padres aceptaron el hecho de haberme convertido en actriz profesional con mucha naturalidad. Me atrevo a decir que mi madre es quien más me ayudó entonces y que más ha influido en mi siempre. Bueno, mi madre y Armando, ya que no me canso de repetir que tengo la suerte de poder admirar a mi marido, intelectual y humanamente.

La próxima aparición de esta página de El humo de los barcos, será como una segunda parte del protagonismo de Nuria Espert. En cualquier enciclopedia del mundo, escrita en árabe o inglés, catalán, castellano o chino, al aparecer su nombre hay la siguiente descripción: «Dotada de un fuerte temperamento dramático y poseedora de una especial calidad vocal, destaca especialmente en la interpretación de heroínas trágicas, de gran vibración teatral…»