Querido/a lector/a, hoy quería hablar de la Diputación de Castellón y del rifirrafe que ha surgido entre las sociatas del PSPV-PSOE a la hora de elegir a sus 12 representantes. Y es que, a pesar de que la cosa es de extrema actualidad y hasta algunos camuflan la realidad y han hecho comentarios que se salen del asunto y hasta de madre, considero adecuado buscar otro momento. Mil ocasiones habrá, aunque anticipo que, para mí, se trata de algo esencial que afecta al control, la democracia y la participación en los partidos políticos. Algo que tiene que ver con todos los partidos pero que debería preocupar más a las organizaciones de izquierda, a las que defienden intereses colectivos y a los sectores sociales más desfavorecidos. A todos los que, al fin y al cabo, necesitan de organizaciones auténticamente transparentes, democráticas, actualizadas y fortalecidas.

No obstante, si he optado por cambiar de tercio y en esta ocasión me permito un comentario sobre eso que Pedro Sánchez y los sindicatos llaman «la agenda social», es porque entiendo que junto a la constitución de los gobiernos de todas las instituciones (del Estado, de la Generalitat Valenciana, de las diputaciones y de los ayuntamientos) es lo más urgente. Digo, que en la medida en que en muchas instituciones se pueden configurar gobiernos de progreso o, por lo menos, no tan reaccionarios, se debe situar como cosa urgente y en el corazón de su acción política y en sus presupuestos, una agenda, una ruta, unas políticas de auténtico cambio. Es decir, que se preocupen por la recuperación e intenten acabar con todo lo que conlleve desigualdades. Medidas con justicia social y al servicio de la mayoría que nos permitan avanzar en lo económico, en lo social y en lo medioambiental. Medidas que a pesar del avance de las izquierdas no serán fáciles de ganar pero hay que intentarlo. Ese es papel de la izquierda, el de ayer, el de hoy y el de siempre.

*Analista político