Hace unos días fui recibida por el capitán del barco de la oenegé alemana Sea Eye. Alan Kurdi se llama la embarcación, en recuerdo al niño sirio que perdió la vida en el mar intentando escapar de la guerra junto a su familia hace cuatro años, y cuya fotografía de cuerpo inerte en la orilla del mar dio la vuelta al mundo ante ojos y almas insensibles.

El Alan Kurdi fue construido en 1951 y tiene 39 metros de eslora, y cumple una función muy importante: salvar vidas. Dentro de su trayectoria, 120 miembros de la tripulación rescataron 253 vidas en seis misiones. Se puede hacer más, siempre y cuando las personas solidarias aporten donaciones. Actualmente está preparado para operar el séptimo equipo de salvamento del Sea Eye que estos días ha estado en el puerto de Burriana. Han sido días de tareas de mantenimiento y puesta a punto para salir otra vez a la mar y volver con vidas salvadas. Y está dispuesto a salir al rescate gracias al soporte económico que le ha dado See Watch. Un gesto solidario que permite que el barco siga cumpliendo su tarea.

Bueno, visité el barco, sus instalaciones y Joshua, el joven y amable capitán del barco me informó cómo trabajan. El equipo está conformado por 20 personas. Ocho cobran un salario y 12 lo hacen de forma voluntaria. Hay un médico y dos enfermeras que se encargan de la tarea tan importante, como es cuidar y curar a las personas que rescatan. Niños y niñas, mujeres embarazadas son quienes mayor atención requieren. Tienen un cocinero que además de atender a la tripulación, también cocina durante los rescates. Los alimentos que tienen en la despensa del barco son generalmente enlatados de gran medida y que puedan servir para los rescatados. Pude observar paquetes de cous-cous y unas inmensas ollas especiales para hacer arroz.

Actualmente, existe un fuerte movimiento civil implicado en el rescate de personas en los mares. Es un movimiento internacional llamado die Seebrücke (El Muelle), con mayor implantación en Alemania, que exige rutas de escape seguras, la despenalización del rescate marítimo y la recepción digna de los refugiados. Como no, la sociedad civil ha sido la primera en implicarse en un asunto tan serio y necesario como es el de rescatar vidas en los mares.

A COMIENZOS DE septiembre la embarcación había rescatado menores que, tras muchos días navegado, sufrían ataques de ansiedad dentro del barco y querían saltar, es decir, preferían quitarse la vida a seguir encerrados en el barco sin poder pisar tierra en Lampedusa. Y no podían hacerlo porque el gobierno italiano no lo permitía. No quisiera tener que estar en la piel de esos niños, pero tal vez yo hubiera reaccionado igual. Finalmente fueron evacuados a Malta. Esta vida no es vida, para nadie, ni para esos niños ni para los rescatistas.

Italia, como Malta, se resiste al despliegue de buques de rescate civiles. Insisten en que otros países de la UE también deben recibir refugiados. Europa aún no ha podido acordar un mecanismo de distribución de los refugiados, por lo que los barcos se bloquean una y otra vez. Hace falta solidaridad y mucha, para contrarrestar la política de bloqueo de la UE.

A fines de septiembre Francia, Italia, Alemania y Malta alcanzaron un acuerdo para gestionar los flujos migratorios en el Mediterráneo central, en una minicumbre en Malta, en la que no participó España. Este podría verse como un primer paso hacia una reforma en profundidad de la política migratoria europea.

Mientras tanto las emergencias en el Mar Mediterráneo siguen y por ello valoro el trabajo de barcos rescatistas como el Alan Kurdi. Alles Gute Herr Kapitän!

*Diputada autonómica de Unides Podem a Les Corts