Querido lector/a, es evidente que a los ojos (de la razón, de lo apropiado, de lo necesario, de lo oportuno, de lo justo, de lo viable, de lo integrador, de lo moral, de lo adecuado, etc.) de todo aquello que tiene que ver con la esencia de la política, Estados Unidos o el país más poderoso o influyente del mundo tiene en Donald Trump el peor presidente de su historia. O dicho de otra forma si prefieres: ese tipo no tiene ni la vergüenza, ni el obligado y necesario sentido de la defensa del bien común y de la justicia social. Con ello digo que si bien es cierto que algunos, no digo todos, de estos malos atributos son comunes en las derechas políticas y sociales del mundo, especialmente entre los republicanos de los EEUU, en el caso de Trump llegan a una nivel intolerable por indecentes e inhumanos.

Por cierto, para ayudar a entender esta declaración de principios citaré algunos ejemplos que señalan que pocos días antes y después del tradicional encendido del árbol de navidad de la Casablanca (en cuyo discurso y con toda la cara, Trump dijo que teníamos la obligación de ayudarnos, querernos y buscar la paz y la solidaridad en nuestro corazón y en el mundo) atacó a una senadora llamándola Pocahontas durante un acto oficial con indios americanos, alimentó la islamofobia al retuitear mensajes de ultras británicos, publicó un video en el que en un montaje ficticio agrede a puñetazos a los periodistas de la CNN que lo critican, aprobó sobre bases falsas e insolidarias una reforma fiscal que supone la mayor bajada de impuestos a los ricos en los últimos 30 años, aprovechó el atentando de Egipto para insistir en la necesidad de mantener el veto a los inmigrantes y volver a pedir el muro con México, etc.

Querido lector/a, podemos pensar que el presidente Trump es un caradura, cierto, pero realmente es algo más, es alguien peligroso para los EEUU y para el mundo. Pero supongo que ya lo sabías.

*Analista político