Esta vez vuelve a ser Almassora, pero esto puede valer para cualquiera de nuestros municipios. Una obra pública que se adjudica con una baja respecto al precio que salió a concurso del 25,4% y una empresa que al cabo de los meses pide un modificado al alza del contrato por casi el valor de esa cuantía que en su momento rebajó para hacerse con el trabajo.

Los padres y niños del colegio Regina Violant lo están sufriendo en sus carnes. Después de una década en barracones, sin que las mayorías sucesivas del PP en el Consell les hicieran caso alguno, ahora que Compromís y PSPV dieron prioridad a levantar el esperado colegio, se han encontrado con un caramelo envenenado. Todo por unas administraciones que permiten este tipo de desmanes, porque nadie puede entender que una obra de envergadura valorada por los técnicos en 6.929.490 euros se pueda ejecutar, sin escatimar las calidades del proyecto, en 5.169.399 euros. Sencillamente, imposible.

Pero aquí, por desgracia, estamos acostumbrados a los modificados de obra, a los sobrecostes sin que nadie levante la voz. Sin ir más lejos, en los juzgados están las andanzas de Ciegsa, la empresa creada en su día para construir colegios, que se hizo famosa por los añadidos en forma de millones que el Consell de turno pagaba una vez sí y otra también. Y esto no sucede solo en la administración autonómica, pasa en todas y demasiadas veces. Sin ir más lejos, Almassora también está viviendo una problemática similar con la regeneración de su playa, que a buen seguro acabará con media chapuza.

Así que el curso ha empezado en el Regina Violant con barracones y, si la empresa presenta un pleito, esto va para largo. Todo menos cambiar las leyes para que terminar con las bajas temerarias. ¿Por qué no lo hacen?