Altruismo procede del francés antiguo altrui (de los otros), significando un comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias. O lo que es lo mismo, diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa del propio. Y esto es lo que ha hecho Amancio Ortega al donar 320 millones a los hospitales públicos españoles para que renueven los aparatos que se utilizan en el tratamiento del cáncer. Las máquinas, con un coste aproximado de dos millones de euros por aparato, son un acelerador lineal de electrones que sirven para radiar con un tino extremo los tumores mas escondidos y difíciles de tratar. Hace unos 15 meses ya donó algunas decenas de millones que, solo en Vigo, han servido para tratar a 250 personas con una precisión y éxito antes impensables.

Pero por extraño que parezca, la Asociación para la Defensa de la Sanidad Publica en Aragón, y también en las Islas Canarias, han criticado este gesto argumentando que no se tiene que recurrir, aceptar ni agradecer la generosidad de nadie, sino que por el contrario la sanidad pública debería nutrirse de capital público únicamente. Lamentable. Tina Fuertes, una profesora de Historia del Arte y enferma de cáncer desde hace diez años, ha escrito una petición en la página Change.org en contra del rechazo a las donaciones del fundador de Inditex. «Quiero vivir y no tengo tiempo. Tal vez a ti no te importe, pero mi familia y yo nos levantamos cada mañana esperando que la ciencia avance rápido y me dé la oportunidad de alargar mi vida», esgrime en su página Tina. Hay otros que intentan quitarle mérito diciendo que no tiene importancia porque Amancio es multimillonario. Lo cierto es que nosotros somos millonarios para la mitad sur del planeta y apenas donamos nada.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)