Querido lector, este verano he comprobado que a pesar de que los ciudadanos hacen chistes sobre lo bien que se está en España sin gobierno, el asunto de los pactos, las elecciones, etc, interesa y preocupa. Tanto es así que en los ambientes por los que he pululado ha sido tema de conversación preferente. Incluso, en alguna tertulia, solo la amistad ha evitado la innecesaria confrontación.

Bueno pues, en esos lares, yo defendía eso del gobierno de progreso, regeneracionista, social y dialogante que, como es lógico, no podía liderar ni Rajoy ni el PP. Era, y soy partidario de un acuerdo entre el PSOE, Podemos y Ciudadanos. Gobierno que tiene suficiente número de diputados y, además, por si alguien se pregunta qué hace ahí Ciudadanos, le recuerdo que cuando a los dirigentes del partido más comunista de Occidente y con más votos, el de Italia, les preguntaban por qué pactaban con el centro, respondían que cada momento tiene unas tareas y, cada tarea, unos aliados. Es decir, que algunas de las reformas que necesita España se pueden abordar desde el diálogo con Ciudadanos.

La verdad es que hacer real mi deseo no es cosa fácil. El primer intento fracasó, posiblemente, por culpa de todos y por algo más. Digo con ello que una parte de los notables del PSOE se opusieron a explorar esa vía y olvidaron que ellos también fueron Podemos con chaqueta de pana y acojonaban a conservadores hablando de nacionalizaciones, autodeterminación, OTAN no, etc.

El de Podemos, a la vez, se vio con 70 diputados y optó por intentar ser la primera fuerza de la izquierda a cambio de cercenar el diálogo y la prudencia. Ciudadanos, de entrada al menos, vino para recoger los votos que perdía un PP con olor a corrupción y no para llevar a Cañamero (el que siendo diputado llama a la insumisión) al Ministerio de Agricultura. Pero, hubo algo más: y es que ese primer fracaso también es hijo de unos poderes fácticos que se han dedicado a presentar como enemigo de España a quien puede poner en cuestión su orden y su sistema de negocio, a quien no se abstenga y a quien no deje ganar a su vigilante, a Rajoy.

Hoy, reconozco que esa posibilidad aún es mas difícil. Lo digo desde el convencimiento y, como prueba, aporto las desavenencias en el interior del PSOE y las propias entre Podemos y Ciudadanos. Pero como dice Pedro Sánchez, si nadie quiere elecciones hay que volver a buscar, de nuevo, actitudes políticas de altas miras y sin vetos. En cualquier caso, es lo mejor que puede hacer el PSOE ante la posibilidad de unas nuevas elecciones. El intentar, hasta última hora, la posibilidad de un gobierno de progreso y regeneracionista de la vida política. España lo necesita y lo agradecería. H

* Experto en Extranjería.