Hace ya varios días que hemos inaugurado un nuevo año, quizás hemos protagonizado la transición entre anualidades más esperada de las últimas décadas. Todos queríamos dejar atrás un año en el que ha habido demasiado sufrimiento a consecuencia de los devastadores efectos de la pandemia del covid-19.

Sin embargo no sería justo apostar todo exclusivamente a la ilusión en este año recién estrenado. Diría que este año, además del de la esperanza, que obviamente todas y todos vamos a compartir; deberá ser el año de la responsabilidad, de la reacción, de la reactivación, de la recuperación.

No podemos seguir mirando solo a los demás, seguir responsabilizando al resto de todo lo que ocurre; debemos asumir que todos contamos con parte de la solución a este problema y que, sobre todo, tenemos todo el derecho a reivindicar con nuestro ejemplo, que quienes tienen igual o mayor responsabilidad que nosotros mismos, hagan también lo propio.

En menos de una decena de días del nuevo año ya hemos tenido desgraciados ejemplos de cómo no pueden seguir las cosas, tanto cerca como lejos de casa.

En Estados Unidos hemos presenciado el espectáculo de la toma del Capitolio con estupor, que nos ha mostrado claramente que la vulnerabilidad de los sistemas democráticos reside en su insoportable tolerancia a los radicalismos y al populismo. Aquí en España hemos visto acciones similares, asaltos a las instituciones y el menosprecio a las normas de convivencia, no lo podemos seguir tolerando. Debemos defender nuestro estado de derecho y seguir insistiendo en que la violencia no se justifica bajo ningún concepto, que el diálogo y las posturas centradas han sido, son y serán las que garanticen convivencia y progreso.

En corto, hemos visto cómo en la ciudad de València hace pocos días se agolpaban más de mil personas en un acto de irresponsabilidad absoluta por parte de quienes debían velar por su seguridad y también por quienes debían haber insistido en la pedagogía de la responsabilidad social.

Todos eran culpables, pero sobre todo lo eran quienes han sido demasiado vagos en la articulación de restricciones y demasiado irresponsables en la activación de protocolos de seguridad necesarios ante esta situación. Esto no nos puede volver a ocurrir.

Cada uno debemos asumir nuestra parte de responsabilidad y, sobre todo, exigir a quienes cuentan con la competencia, capacidad y recursos suficientes para hacer frente a esta crisis, que se pongan manos a la obra; ya no nos podemos seguir tragando que los españoles somos «así», nuestros gobiernos deben estar a la altura y ser ejemplares; ellos son quienes marcan la diferencia con el resto de países, llevándonos a la cola en casi todos los indicadores. Estamos peor pero no somos peores, nuestro Gobierno lo es.

Sigamos exigiendo la mejora. H

*Alcalde de Peñíscola