Querido/a lector/a, durante estos días que casi todo es a través de la tecnología de la comunicación, un conocido colocó un vídeo en el que se podía ver cómo un grupo de jóvenes, utilizando un rap, criticaban algunas de las circunstancias que nos han conducido o se derivan de la actual situación del coronavirus. Aunque con ánimo de desacreditar lo que decían, otro miembro de la misma cuenta dijo algo así como: «¡No hagáis caso, son jóvenes antisistema!»

Esa afirmación tan categórica, que intentaba descalificar a los chavales sin cuestionar nada más y obligaba a dar por buenas las situaciones y realidades injustas que denunciaban, provocó la reflexión y las aportaciones de muchos. Al final, el tema quedó más o menos claro; y es que, el sistema en el que vivimos, si quiere ser y perdurar, debe defender la justicia social y permitir que las personas vivan dignamente y se desarrollen en paz. Todo lo contrario de lo que ahora pasa. Es decir, es evidente: que el material imprescindible no existía en los hospitales porque se trabaja al just in time, que en la actual globalización capitalista se compra donde es más barato, aunque ello suponga explotación sangrante o no se tengan los bienes cuando hacen falta, que las salidas a las crisis desmantelan servicios públicos imprescindibles, que los jóvenes tienen casi el 40% de paro, que la desigualdad se amplía hasta más allá de la desvergüenza, etc. Por lo tanto, sabiendo que todo lo expuesto es real y nada tiene que ver con la manipulación ni la demagogia, parece lógico pensar que los jóvenes reclamasen otro sistema o que, el actual, cambiara de objetivos. Es decir, los antisistema son quienes lo controlan y lo hacen insoportable. Los jóvenes y los ciudadanos son las víctimas. A los que hay que escuchar. Los que buscan el cambio hacia el bien común.

*Analista político