CARTA AL DIRECTOR

No ha llovido tanto desde la última vez que salíamos al balcón para aplaudir al personal sanitario. Era nuestro homenaje a todos aquellos profesionales que arriesgaban su salud para cuidar al prójimo, que doblaban turnos, desafiaban al sueño y olvidaban los días mientras luchaban contra las inclemencias.

En ese tiempo no tan lejano había respeto y admiración hacia todos ellos. Pero un día empezamos a olvidar, a normalizar. Cuando dejamos de aplaudir, todas esas personas continuaban su labor en silencio, como siempre.

Olvidamos demasiado rápido que ellos han estado y siguen estando al pie del cañón. Y en ese pasar los días también vamos borrando el recuerdo de lo que hicieron y lo suplimos por la queja por la tardanza, el agravio por una llamada en espera o no tener un resultado inmediato.

Cuando las responsabilidades se desdibujan y pagan los que deberían ser tratados con el máximo respeto es cuando empezamos a fallar como sociedad. Toca volver a marzo, a recordar las historias de estos héroes anónimos. H

Marta Fernández