Son muchos los colectivos que están trabajando con la intención de vencer al covid-19, pero dos de ellos, los profesionales sanitarios y los efectivos policiales, con mayor riesgo y peligro. Los ciudadanos iniciaron desde la primera semana una campaña, surgida en redes sociales, para salir a los balcones y ventanas con la idea de aplaudir a las 20.00 horas como una muestra de agradecimiento a estos colectivos tan expuestos al contagio. Lejos de ir a menos, cada día han sido más los ciudadanos que se han ido sumando a la convocatoria para mostrar su reconocimiento por simpatía. Ésta, es una palabra de origen griego (sympatheia) que significa «sentir las mismas emociones», por lo que uno de los significados del aplauso, en el teatro griego, era sentir lo mismo que estaba sintiendo el protagonista.

LOS ROMANOS le daban tanta importancia al aplauso que contrataban personas para que lo hicieran durante un evento, no en vano Nerón llegó a pagar a 5.000 plausores para que lo hicieran en sus apariciones públicas. Se ensayaban dos tipos de aplauso: imbrex con las manos ahuecadas y testa con las manos planas. Los psicólogos afirman que cualquier forma de aplauso satisface la necesidad humana de expresar una opinión y, además, da a la audiencia la sensación de que está participando. Palmear una mano contra otra parece ser algo innato (los niños y los chimpancés lo hacen de manera espontánea), un gesto simbólico y universal, de valor incalculable que provoca un impacto muy positivo a los que reciben, alentando a las personas que están dando la cara para que todo salga bien.

Además, los balcones llenos de gente nos permite comprobar que no estamos solos, que la unión hace la fuerza y que aportamos nuestro granito de arena para superar esta crisis sanitaria. Como dijo Mario Benedetti: «Los aplausos y los abrazos se inventaron para que las personas sepan que las amas sin necesidad de decir nada».

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)