El cambio climático es, sin lugar a dudas, un problema que afecta a la totalidad de ciudadanos del mundo. Y por eso es responsabilidad de todos contribuir, en la medida de las posibilidades de cada uno, a reducir al máximo la huella de carbono que dejamos en el planeta. Solo de esta manera podremos mantener limpio nuestro entorno para que puedan disfrutarlo –y seguir cuidándolo- las futuras generaciones. Todos estamos obligados a aportar nuestro pequeño granito de arena.

Por eso, desde el Ayuntamiento de Vall d’Alba, que tengo el honor de presidir, hemos decidido aprobar una significativa rebaja en los impuestos a los vehículos verdes para, de esta manera, impulsar la movilidad sostenible en la localidad. Es nuestro pequeño granito de arena para motivar a nuestros vecinos a apostar por los vehículos limpios.

De hecho, la modificación que hemos llevado a cabo en la Ordenanza Fiscal Reguladora del Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM) se traduce en una reducción de 75% de su coste a todos los propietarios de vehículos eléctricos, híbridos e híbridos enchufables.

Una acción que, si se quiere, es simbólica. Pero es un claro y contundente ejemplo de cuál es la filosofía de nuestro municipio en cuanto a temas de respeto medioambientales se refiere, y que se suma a otros muchos proyectos ya adoptados, y a otras muchas iniciativas que vendrán en breve.

Queremos que Vall d’Alba se convierta en un punto verde en nuestra provincia. Un espacio que sea un ejemplo para el resto de municipios, buscando en todo momento el perfecto equilibrio entre ecología y los peajes que nos obliga a pagar la vida moderna.

Esta rebaja de impuestos es nuestra contribución para favorecer una movilidad más sostenible. Y con ella también queremos promover una transición ecológica que prime la renovación del parque móvil de nuestro municipio hacia otro más ecológico y sostenible, en el que cada vez tengan menos peso los motores de combustible fósil en favor de las motorizaciones verdes. Y una de las fórmulas más efectivas para potenciar esa transición es, sin duda, primar y premiar a aquellos que menos contaminen.

Una política que debería adoptar el resto de ayuntamientos para que la medida fuese realmente efectiva en toda la provincia de Castellón. H

*Alcaldesa de Vall d’Alba y diputada provincial