Amparo Marco apuesta fuerte. Desde el año 1995 ningún alcalde de la ciudad se había atrevido a convocar un congreso magdalenero para debatir a fondo sobre la salud de la que gozan las fiestas de la capital y plantear el debate para introducir cambios en las mismas, en caso de considerarse necesarios.

Ha llovido muchísimo a lo largo de esos casi 22 años, pero salvo reacciones y enfados puntuales, no ha sido posible crear las correspondientes mesas de trabajo para presentar las conclusiones por parte de todos quienes están vinculados a las fiestas de la Magdalena. Ahora será posible dar voz a las gaiatas, collas, entes varios y la propia Junta de Festes. Voz y, es de suponer, que también voto. Todos quienes han sido consultados por Mediterráneo aplauden el paso que ha dado la alcaldesa, pero esperan que el congreso sirva para eliminar las fisuras que existen en el món de la festa y, además, piden que las decisiones allí acordadas se cumplan después.

Por lo que respecta a los partidos políticos, después del anuncio de Amparo Marco, vuelven a situarse en su papel natural, sin olvidar que las fiestas deberían ser siempre una cuestión en la que no abrir grietas para tratar de arañar votos, sino más bien algo que una a todos quienes representan a los vecinos de Castellón en el Ayuntamiento. Pero, por lo visto, no hay manera. Ni siquiera esperan a que se ponga fecha para el cónclave y puedan observar el desarrollo del mismo... No es de recibo que la oposición ya hable de que el congreso puede manipularse «para acabar imponiendo las decisiones del equipo de gobierno», o que «sea un instrumento para que la alcaldesa se haga una foto con los festeros».

Eso es pasarse de frenada. Mejor sería ir todos de la mano para conseguir unas fiestas de la Magdalena acorde con nuestro tiempo y, lo que es muy importante, que sean de gran interés también para los visitantes.