Vivimos en un gran espacio de decisiones llamado mundo. Suena a publicidad, pero también suena a oportunidad y tenemos el reto de que suene a algo todavía mejor: a humanidad. La globalización puede y debe moldearse de acuerdo con valores reconocibles para la condición humana. El viejo sueño de una sociedad cosmopolita global, más allá de las fronteras y de las naciones. El turismo emerge como un fenómeno que, más allá del componente económico y mercantil, puede y debe alentar un mundo más abierto y tolerante. Cuanto mayor sea el flujo de turismo en el mundo, más pronto se abatirán todos los muros de ignorancias, odios y desencuentros. Viajar perjudica la salud de las intolerancias. La industria turística, a diferencia de otros ámbitos económicos, presenta un valor añadido: la transformación de las conciencias a nivel ciudadano.

Nuestros mercados emisores convencionales han estado fundamentalmente ubicados en el ámbito nacional y, lógicamente, en determinados países europeos. Así continuará siendo, pero no es ni será suficiente. La irrupción de Asia --particularmente China-- como un actor global, marcará las próximas décadas del siglo XXI. China ya es hoy el principal mercado emisor de turistas del mundo. 120 millones de personas han salido este año y la tendencia irá en aumento constantemente. Una nueva clase media alta con poder adquisitivo creciente y con ganas de viajar ya es una realidad. En ese sentido, tomar posiciones como valencianos y castellonenses es una decisión estratégica de primer nivel que ya hemos adoptado.

EL MERCADO chino responde a parámetros ligados a productos culturales, patrimoniales, etnológicos, gastronómicos, etcétera… en los que podemos generar, sin duda alguna, una oferta atractiva.

La búsqueda de experiencias auténticas y singulares es una fuente de inspiración para millones de chinos. Actualmente, cuentan con 300 millones de estudiantes universitarios y probablemente nos aventajarán en muchos aspectos ligados a la tecnología y la innovación. El orden de magnitud de las cosas es, obviamente, muy diferente. Por eso, debemos pelear por nuestras oportunidades y así lo estamos haciendo. 2018 ha sido declarado como el año del turismo UE-China.

LA NUEVA ruta de la seda que inspiramos desde la Agencia Valenciana de Turismo se inscribe en el relato de enfatizar los puntos de encuentro y empatía entre nuestros países. La vieja ruta de la seda nos trajo, por ejemplo, el arroz, la porcelana, la chufa, la pólvora, la seda y las especias… Hoy en día son prácticamente nuestros símbolos e iconos gastronómicos y elementos identitarios en nuestras fiestas y tradiciones. Fascinante para ellos y para nosotros. El turismo es sin duda una industria muy peculiar. Aporta cifras extraordinarias para el producto interior bruto, la ocupación, el empleo, etc. Pero también es una enorme operación diplomática y de transformación del mundo. Una gran obra de ingeniería humana para tender puentes. Sí, necesitamos puentes y no muros ni fronteras.

*Secretario autonómico de Turismo