Desde que el mundo es mundo, la ciencia médica es uno de los elementos que más nos ha permitido avanzar. En la Edad Media, por ejemplo, la sabiduría médica se concentraba en el pueblo judío que traducía textos del árabe y del hebreo y difundían el conocimiento a través de Europa. Solo hay que ver como, por ejemplo, los entonces llamados físicos en pleno siglo XV investigaron e innovaron para que el rey Enrique IV y la reina Juana de Portugal pudieran tener descendencia, aunque la maledicencia hizo que aquella hija fuera apodada como la Beltraneja y no reinara para evitar una guerra civil.

La medicina es el gran logro de la sabiduría, de la inteligencia, de la evolución humana y de la libertad. Porque la libertad del ser humano comienza cuando tenemos la seguridad de poder avanzar. Y avances como el de Alexander Fleming que casi por casualidad encontró la penicilina, el radio o las últimas revoluciones genéticas han hecho que el mundo sea tal y como lo conocemos hoy.

Al final, si para algo debe existir el Estado es para garantizar una sanidad de calidad. Nuestro sistema sanitario es la envidia de medio mundo y es un orgullo para todos que nuestros impuestos sirvan para seguir convirtiendo nuestros hospitales en centros más eficaces, con personal más preparado, con la mejor tecnología.

Los avances en sanidad son imparables, como demuestran las investigaciones sobre el genoma, por ejemplo. La conquista de derechos es algo a lo que no se puede renunciar, como no se debe renunciar a la libertad porque forma parte del propio avance social, del espíritu del ser humano. Y ese debe ser el empeño y el trabajo de los cargos públicos. La sociedad no pide más teatros, no pide egos descabalgados por dominar partidos. Y, en los últimos cuatro meses estamos asistiendo a un baile de máscaras con un trasfondo grisáceo, como un carnaval veneciano desdibujado, ocre y triste.

No podemos confundir la política con la parafernalia porque es el tiempo de la batalla de las ideas y de ayudar a seguir dándole la vuelta a la situación que heredamos hace cinco años. De seguir apostando por la libertad individual, por la libertad de empresa y de la economía, es el tiempo de que el sentido común y las ideas ganen, que gane el empleo, que se sigan bajando los impuestos y que sigamos gozando de libertad, de unas pensiones garantizadas.

Y una sanidad que avance, con más investigación, con más tecnología. Son cuestiones en las que todos estamos de acuerdo y en las que todos debemos ser leales y responsables para no sacrificar nada de lo que hemos conseguido. H

*Presidente de la Diputación Provincial de Castellón