Querido/a lector/a, es indiscutible que la historia de lo que está pasando en Cataluña, el asunto de la independencia, es el problema político más relevante que hemos tenido durante los últimos años en España. Sin duda. Afecta al modelo de Estado, a la organización territorial y, en consecuencia, a todos nosotros.

Sin embargo, aunque es importante y, por ello, es comprensible que aparezca todos los días y a todas las horas en los medios, no puede ni debe ser excusa para que el gobierno, el PP o Mariano Rajoy, aprovechen la circunstancia para ralentizar, por no decir parar, la solución al tema que más nos afecta directamente a los valencianos. Me refiero a la reforma inmediata del sistema de financiación autonómica, a un mejor reparto de las inversiones del Estado y a mecanismos de compensación que retornen los déficits acumulados de inversiones y de financiación.

En cualquier caso, es evidente --al menos desde mi sentir y espero que así se perciba-- que no menosprecio el drama y la urgencia de lo que vive Cataluña, pero nuestra exigencia, la de los valencianos, tiene también urgencia porque, además de ayudarnos a salir de la discriminación, es un derecho constitucional. Y, sobre todo, la razón esencial para poder existir como pueblo con autonomía política, es decir, con gobierno, legislativo y tribunal de justicia. Así es que no es poca cosa.

Pero, asimismo, si como clama el president Ximo Puig, Cataluña repiensa la cosa y respeta la Ley, elige un gobierno sin conflictos y vuelve a la política, esa exigencia de nueva financiación es una forma de tender puentes con la Generalitat catalana y ayudar a la normalización democrática. De momento, y sin asistir a la comisión de nueva financiación autonómica, Cataluña ya ha manifestado su respaldo a la propuesta valenciana, que es, como decía antes y ahora repito, tender puentes hacia la urgente y necesaria normalización democrática.

*Analista político