Querido/a lector/a, este periódico ha celebrado con una separata el 40º aniversario de los ayuntamientos democráticos. Y la verdad es que no puedo pasar de largo sin escribir unas palabras porque, cuando veo en esas fotos de familiares y de compañeros, revivo historias, ilusiones y esperanzas hasta emocionarme.

No exagero. Y es que me crié en la Vall, en medio del posible, pero no exclusivo motor de la transformación, en medio de los trabajadores de la antigua Segarra. Auténticos leones que por la defensa de su dignidad y de los derechos sociales de sus compañeros, algunos de ellos dieron vida al viejo PC y crearon el sindicato de CCOO. Pero al igual que tenían claro que las ideas y las razones son necesarias pero no suficientes y, en consecuencia, se esforzaron en conseguir una gran organización, también entendieron que la lucha laboral, la de cada día en Segarra, no se podía quedar encerrada entre las cuatro paredes ni separarse de la lucha política de conseguir un marco de libertades e instituciones democráticas. Así es que, cuando llegaron las elecciones municipales, los líderes obreros de Segarra, en especial los del PC y CCOO, eran referencia social y política, ocupando concejalías y la propia alcaldía.

Hoy, después de 40 años, aún los recuerdo con afecto. Ellos, al menos en la Vall, inventaron el cambio, el gobierno desde el diálogo y la participación. Se acercaron a los barrios y a las organizaciones vecinales y cambiaron los protagonistas. Hicieron posible que el Ayuntamiento se preocupara por la mayoría social, que el pueblo fuera algo más que calles y edificios y que las personas también fueran ciudadanos con derechos y deberes y protagonistas de su futuro. Gracias, ahora y siempre.

*Analista político