La elección de Pablo Casado como presidente del Partido Popular ha pillado con el pie cambiado tanto a la cúpula regional como a la provincial de la formación conservadora. En nuestra provincia los afiliados se pronunciaron por el cambio en sus votaciones de la primera vuelta, cuando el entonces vicesecretario de Comunicación obtuvo el mayor número de papeletas depositadas en las urnas. Y, sin embargo, la mayoría de cargos del partido se inclinó por mostrarse a favor de la opción de Sáenz de Santamaría. Quizá esta contraposición pueda obedecer a la diferencia que existe entre tener ganas de aire fresco o vivir de la política.

Miguel Barrachina, Elena Vicente Ruiz, Vicent Sales, Luis Martínez, Héctor Folgado, Andrés Martínez, Susana Marqués, Luis Rubio, David Barelles, Vicente Blay o Gonzalo Bautista, entre otros, se alinearon con la candidatura perdedora. Es decir, casi todas las caras más conocidas del partido excepto Javier Moliner --que en mayo se retira de la política activa--, Alberto Fabra, Begoña Carrasco, Óscar Clavell, Salvador Aguilella o Sergio Toledo, quienes dieron siempre la cara por Pablo Casado.

Y situación casi idéntica se vive a nivel regional, pues aunque Isabel Bonig nunca se definió y, por tanto, pudo mantener intacta la neutralidad en el proceso, casi todo su equipo de máxima confianza respaldó a la exvicepresidenta del Gobierno, derrotada el pasado sábado. O sea, aquello que la lideresa popular utilizó para desgastar a Ximo Puig cuando Pedro Sánchez se impuso a Susana Díaz, retorna ahora como su propia medicina...

Lo cierto es que Bonig y Barrachina tienen trabajo por delante para recomponer equipos, coser las posibles heridas de este congreso e intentar hacerse fuertes porque en diez meses esperan elecciones locales y autonómicas.