Sin duda, escribir a mano es algo que está siendo sustituido cada vez más por las nuevas tecnologías. La eclosión de pantallas y dispositivos táctiles amenaza con extinguir el viejo arte de escribir. Es un hecho que apenas se redactan cartas, y que los estudiantes ya no hacen trabajos a mano. Tanto es así, que el sistema educativo finlandés ha decidido sustituir el aprendizaje de la escritura a mano por clases de mecanografía en el teclado QWERTY. No es que el país nórdico quiera prescindir de la escritura, sino que intenta potenciar el uso del teclado, pues consideran irrelevante seguir con la caligrafía tradicional. Prefieren fomentar la escritura manual con letra de imprenta, tal vez por rapidez. Quizá se gane en celeridad, pero es un retroceso, pues la manera más eficaz de mejorar el aprendizaje es escribiendo a mano. Gracias a resonancias magnéticas, científicos de la Universidad de Indiana (EEUU) han visto que al escribir a mano se activan más regiones del cerebro, favoreciendo el aprendizaje de formas, símbolos y lenguas. Asimismo, la escritura ayuda a expresar los pensamientos y las ideas, y beneficia en el proceso de envejecimiento, pues es un entrenamiento que involucra muchas habilidades cognitivas.

Es una realidad que la mayoría de los escritores (los buenos), escriben a mano. Quizás se deba a que se potencia la imaginación y a que la lentitud que obligatoriamente exige la escritura manual permite que los pensamientos sean más claros, estén mejor pensados. Hay un último aspecto positivo de la escritura manuscrita que no debe olvidarse: el propio placer que da ejecutarla. Camilo José Cela, que escribió siempre a mano, declaró que cuando no se le ocurría nada garabateaba palabras sueltas, solo por el puro placer de hacer correr la pluma.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)