El verano toca a su fin, pero todavía quedan motivos para visitarnos. Benicàssim, orgullosa de su pasado, de su riqueza histórica y patrimonial, a partir de hoy hace una regresión de un siglo y vuelve a principios del siglo XX para recordar cómo nos convertimos en el lugar idílico para veranear.

Algunos antiguamente celebraban el día del turista, nosotros, desde hace seis años, decidimos convertir la base de nuestro turismo, en la excusa para desestacionalizar la llegada de más visitas y que el verano se alargara un poco más.

Así, la apuesta del ingeniero Joaquim Coloma y su esposa, doña Pilar, por establecer aquí su residencia de verano, convirtiéndonos en uno de los destinos más exquisitos y demandados de la costa mediterránea, se revive con todo su esplendor.

El escaparate marítimo que componen las villas modernistas, del cielo, el infierno y el limbo, volverán a sentir la ebullición de miles de personas ansiosas por disfrutar de los relajantes baños de mar.

Cuando el verano ha sido especialmente propicio, la ocupación turística ha rozado el 100% en muchas fechas, y son miles los turistas los que han venido, vivido y sentido Benicàssim, sentimos que Benicàssim Belle Époque vuelve a ser el colofón de una temporada de balance excelente para el sector hostelero, hotelero y comercial.

ESTE PEQUEÑO HOMENAJE al turismo no es el final, sino el punto y aparte para un otoño lleno de proyectos, lleno de ilusión y lleno de ganas de seguir trabajando para que Benicàssim siga siendo la envidia de todas las poblaciones costeras que pujan por ser, como lo somos nosotros, el mejor lugar para vivir.

*Alcaldesa de Benicàssim