En política, como en cualquier orden de la vida, siempre es mejor ir de frente que tratar de contentar a todo el mundo a escondidas. Pero, por desgracia, tenemos un plantel de dirigentes que, en buena parte, no dan la medida para el puesto que desempeñan. Y eso que están bien pagados para ello.

Valga el ejemplo de la polémica que se ha desatado estos días con los festejos de bous al carrer en la Comunitat. Vamos por partes. Resulta que allá por el mes de octubre, el PP valenciano presentó en Les Corts una propuesta no de ley (PNL), tras recibir una petición del Consejo de Médicos de la Comunitat --con especial interés por parte de los galenos de Castellón--, para que fuera obligatorio contratar a un segundo doctor en los festejos con la modalidad de toro cerril que se celebrasen en municipios de más de 5.000 habitantes. Solicitud que, aproximadamente, un año antes había rechazado ya la Comisión Consultiva de Bous al Carrer por considerarla de todo punto innecesaria. Finalmente la propuesta no fue tramitada, pero el pasado mes de diciembre Podemos presentó una enmienda a la ley de acompañamiento de los presupuestos de la Generalitat para poner el segundo médico y Les Corts le dieron el visto bueno, de forma que se encuentra en vigor desde el pasado día 1 de enero.

Y ahora, claro está, el colectivo taurino ha montado en cólera porque creen, con razón, que todo obedece a un interés del Colegio de Médicos para hacer caja. Un colectivo que ayer reaccionó para manifestar que se conforman con la petición que había hecho propia el PP en octubre, es decir, implantar el segundo doctor en las exhibiciones de toros cerriles siempre que el municipio organizador del evento tenga más de 5.000 habitantes.

Después de tanta insensatez, lo lógico es recular y anular la normativa, sentarse los partidos mayoritarios y tomar como base la propuesta del Colegio de Enfermería, lo que significa adaptar la seguridad a cada evento.