El Gobierno de Castilla y León (PP) anunció por sorpresa el pasado jueves la abolición de la muerte del Toro de la Vega, festejo muy arraigado en Tordesillas, cuyos vecinos han defendido siempre una tradición centenaria y avisan que no se quedarán de brazos cruzados.

Hay quienes han querido hacer leña del árbol caído para tener más argumentos en contra del bou al carrer, pero creemos que esto significa mezclar churras con merinas o tratar de aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid. Máxime cuando en los festejos que se celebran en nuestros pueblos no se emplea violencia alguna contra el animal.

Por eso mismo, hay que reconocer el afán que tienen los aficionados taurinos en respetar cada día más al toro bravo, uno de los animales más bellos que existen y que exhiben en las calles con muchísimo esmero.

Hace ya muchos años que el toro no se sacrifica en público sino que es trasladado al matadero, como también han desaparecido las agujas que se empleaban cuando se paraba mucho tiempo en el mismo lugar.

Concejales, aficionados, voluntarios, policías locales, van todos de la mano para mejorar una tradición que forma parte de la cultura castellonense sin discusión alguna.