Desde el año 2011, el 22 de febrero se celebra el Día Europeo de la Igualdad Salarial, una celebración que surge para concienciar y sensibilizar sobre las diferencias salariales existentes entre hombres y mujeres a nivel europeo, así como para promover la adopción de las medidas necesarias para acabar con esas diferencias.

Esta fue la propuesta y la resolución de hace ya ocho años, pero a fecha de hoy no parece haberse avanzado casi nada; al contrario, parece que se quiere retroceder en este ámbito, y precarizar, invisibilizar y diferenciar aún más esa brecha salarial, que es en lo que se ha convertido la desigualdad en los salarios. Nos preguntamos a quién hay que concienciar. Es a la ciudadanía ¿o más bien a las entidades públicas y a los partidos políticos que son quienes legislan y han de dotar con medios y presupuestos las políticas de igualdad en la sociedad? Evidentemente es muy importante la educación de la ciudadanía, pero parece innegable que si, aquellos que tienen la posibilidad de adoptar las medidas necesarias, no lo hacen, las resoluciones se quedan en papel mojado.

Mientras se nos llena la boca de que estamos en el siglo XXI, con sus innegables avances científicos, parece que en materia de igualdad nos mantenemos en el medioevo o más atrás, incluso. No hemos avanzado hacia una sociedad más justa y equitativa con igualdad de sus conciudadanos, sino que la estamos creando sobre los hombros de una parte de ella, las mujeres, rebajando sus condiciones, haciéndoles mas difícil su inserción social y laboral y la conciliación e invisibilizando ese otro trabajo, el doméstico, un trabajo que, de no realizarse, paralizaría la sociedad.

Muchas somos las mujeres que estamos trabajando para que nuestra sociedad avance y se visibilice la brecha salarial, pero no como una competición entre hombres y mujeres, sino como una oportunidad para una sociedad más justa, equitativa y vivible; una sociedad para las personas. ¿Y como bajamos a la realidad para cambiarlo? ¿Cuáles son las razones, para que esto se siga dando en una sociedad moderna y avanzada? ¿Por qué el trabajo deja de tener la consideración de tal cuando lo realizan las mujeres? ¿Por qué y a quien beneficia, invisibilizar ese trabajo de las mujeres y su no remuneración o desvalorizarlo si tiene la suerte de cobrar por ello? ¿Seria posible una sociedad sin ese trabajo no remunerado de las mujeres, si no se realizara? ¿Podrían nuestros compañeros tener la misma dedicación a su trabajo, a su promoción, a su status, a su tiempo libre, si nadie se dedicara a suplir y cubrir el resto de necesidades diarias? ¿Si las mujeres solo nos dedicáramos a nuestras cosas, a promocionarnos, a tener tiempo libre, a mejorar nuestro trabajo, nuestro status, podría ser? Si fuéramos contestando a estas y a más preguntas, ya tendríamos mucho avanzado, y eso estamos haciendo las mujeres y cada vez más hombres.

Las mujeres trabajamos en esta sociedad para que avance y no se pare, pero lo que esta sociedad nos devuelve es que, en vez de ser compensadas por ello, se nos exige más por menos, y se nos conmina a no quejarnos y a estar calladitas; pero ya no, ya hemos dicho ¡basta!

Nosotras, la mayoría de las mujeres, no tenemos «másteres regalados» para aparentar, pero sí tenemos másteres de sobra, aunque no estén «reconocidos ni cualificados». Los tenemos en economía y optimización de recursos y tiempos, en educación escolar y social, en sanidad, en medicina de proximidad, en cuidados intensivos, en nutrición, en medioambiente y en tantas y tantas cosas en las que hemos de arremangarnos y salir adelante. Y lo hacemos porque, en general, somos altruistas y solidarias y queremos que esta sociedad también lo sea y que sea una sociedad de mujeres y hombres en igualdad de condiciones, una sociedad de personas para las personas; solo así, dejaremos de conmemorar y poner fechas a los temas no logrados, solo así acabaremos con la brecha salarial, porque es de justicia, porque es el momento y porque nos lo merecemos.

*Secretaria de la Dona CCOO Comarques del Nord