Llevado seguramente por el entusiasmo ante lo que, sin duda, es una buena noticia, el presidente del Gobierno ha relacionado la firma, ayer, de un acuerdo para aumentar el salario mínimo interprofesional (SMI) con los históricos pactos de la Moncloa suscritos en 1977 por Adolfo Suárez, los partidos y los sindicatos para encauzar la Transición. Es una comparación exagerada, pero tiene razón Mariano Rajoy al conceder importancia al alza del salario español de referencia, porque aunque directamente solo afecta a poco más de medio millón de trabajadores, ese aumento presiona --o debería presionar-- al alza al conjunto de los sueldos. Y los expertos coinciden en que la mejora de los salarios y el consiguiente aumento de la renta disponible por parte de las familias es la clave para afianzar la recuperación económica iniciada tras la profunda crisis que nos ha asolado durante casi una década.

El SMI subirá en el 2018 un 4% y se situará en 735,9 euros mensuales. Y en los dos años siguientes los aumentos serán, respectivamente, del 5% (hasta 773 euros) y del 10% (hasta 850 euros). Una notable alza acumulada en tres años, a añadir a la ya experimentada en el año que ahora termina. Objetivamente, pues, el SMI habrá dado un salto importante en pocos años, mejora que, sin embargo, hay que contextualizar: España es, dentro de los países de nuestro entorno, el que tiene un salario mínimo más bajo, y solo en tres de la Unión Europea es menor. Lo importante es que la progresión que se anuncia hasta el 2020 no se frustre porque no se cumplan las previsiones de crecimiento del PIB y de aumento de las afiliaciones a la Seguridad Social, cautelas incluidas en la entente firmada ayer con los sindicatos y las organizaciones empresariales.

El acuerdo sobre el SMI tendría aún más importancia si en julio pasado no se hubiera roto, a última hora, el pacto global sobre los salarios en España, todavía más necesario porque habría sido una referencia para el conjunto de los trabajadores. Y la mejora del diagnóstico sobre el mercado laboral no puede hacer olvidar el enquistamiento del problema nuclear: el uso y abuso de los contratos temporales, espada de damocles para más de una generación de españoles. Solucionar lo que es una auténtica calamidad requerirá mucho más esfuerzo que el empleado durante estos meses para el pacto de la subida del SMI.