A menudo relacionamos el bullying escolar con colectivos que se escapan de lo habitual y que sufren las embestidas de sus compañeros a causa de una debilidad que los agresores aprovechan para cebarse en ellos. Bien sea de índole sexual, de aspecto físico o de diversidad étnica, entre otras. La relación entre la víctima y el agresor se establece en el entorno de una dinámica de grupo que, de manera especial, castiga el alejamiento de la norma.

El informe que acaba de presentar la asociación No al Acoso Escolar (NACE) nos descubre un tipo de víctima que hasta ahora pasaba desapercibida. Se trata de los alumnos con altas capacidades, muchos de los cuales han sufrido algún tipo de acoso. El estudio Bullying y altas capacidades, el primero de este tipo que se publica en España, permite visualizar un problema que sin ser de los más graves evidencia una práctica existente y que afecta, hasta extremos críticos de miedo, estrés y ansiedad a los superdotados o talentosos que, además, no siempre han sido diagnosticados como tales.

La rareza genera rechazo, ya sea mediante métodos sutiles o con declarada violencia, y en el caso que nos ocupa la hipersensibilidad de los afectados puede provocar reacciones aun más acusadas de las que por desgracia solemos tener noticia. Conviene estar alerta -con prevención, educación y medidas antibullying- también en esta franja de alumnos cuyos resultados académicos están por encima de la media.