El capitalismo ha impuesto un modelo de pensamiento único con el objetivo de salvaguardar sus intereses privativos y la maximización de beneficios. Las élites políticas y económicas y los medios de comunicación intentan establecer los límites de lo posible, haciendo cada vez incompatible el capitalismo con la más elemental idea de democracia. Desde la caída del Muro de Berlín, el capitalismo se ha hecho hegemónico, entrando en tensión permanente con la democracia, puesto que impone la voluntad de unos pocos adinerados, frente a unas grandes masas sociales cada vez más empobrecidas y con menos protección social.

Cuando el capitalismo termine, los historiadores tendrán la etapa histórica mejor documentada de todos los tiempos. La interpretación de la economía que hace el capitalismo actual es la fuente del razonamiento en que se basan las llamadas élites políticas y por supuesto, las empresas comerciales denominadas medios de comunicación. Esa sensación de que los bancos son sagrados, el beneficio ilimitado y la sociedad de consumo, es la mejor imaginable.

Cuando el sistema financiero especulativo ha drenado de capital el sistema productivo, la principal reclamación es la del paraíso perdido por la clase media. Solamente una minoría comprometida o ilustrada exige que se castigue el estropicio causado. La mayoría de la opinión pública calla y otorga intimidada.

La evidencia histórica demuestra que lo posible y lo imposible son imposiciones ideológicas, que varían según el momento histórico.

La democracia exige igualdad mientras que el capitalismo impone desigualdad. Son de naturaleza antagónica. Hay tensión permanente.

*Secretaría Área de Políticas Sociales y LGTBI PSPV-PSOE Castellón