Siempre he sospechado de las personas que van por la vida creyéndose mejores que los demás y trasmitiendo una superioridad moral, que llega a ser insultante, que es gente mediocre.

Quizás suene duro, pero es lo que ha demostrado ser Pablo Iglesias. Él, que va por el mundo de rescatador de personas, que en campaña electoral decía que venía para ayudar a los más desfavorecidos, ahora, cuando se ve con posibilidades de asumir responsabilidades de gobierno, ¡oh sorpresa! ¿Qué carteras escoge? ¿Educación, Sanidad e Igualdad, servicios sociales? No, no, no, no... elige Interior, Defensa, el CNI, la televisión pública y la vicepresidencia. Personas, personas ¿dónde quedaron las personas? ¿A quién quiere engañar? Solo busca controlar las estructuras del país para poder implantar su política radical y dictatorial. Ya ni siquiera se molesta en esconderlo, caretas fuera.

Para colmo se ha descubierto que el líder de Podemos vive en un piso de VPO, propiedad de su madre, que debería haber sido devuelto al Ayuntamiento para que se adjudique esa vivienda a una familia con pocos recursos, a una persona desfavorecida. Su madre tiene otra vivienda en propiedad y el Podemita cobra 107.000 euros al año. Iglesias predica que ser rico es malo, pero se le olvida decir: para todos, menos para mí. Y a eso le llaman nuevos tiempos. H

*Diputada autonómica PP