La cruda realidad que comporta la pobreza, los apuros que tienen centenares de familias de Castellón para hacer frente a las necesidades básicas (como la alimentación diaria y vivienda), las múltiples variantes de exclusión social que genera nuestra sociedad... Todo ello queda reflejado al ocuparnos del quehacer diario de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, una entidad que precisamente ayer conmemoró con un acto sus 60 años de existencia en nuestra provincia y de cuya actividad se ocupó este periódico con un amplio reportaje en la edición del pasado domingo.

La entidad de la Iglesia, que día a día da un ejemplar testimonio de su acción sociocaritativa, alerta de que entre las personas atendidas en los últimos años, hay más españoles y las necesidades son mayores, lo que no deja de ser un fiel barómetro de la dimensión del problema económico actual, pues aunque parezca que la crisis está pasado, sus cicatrices perduran entre los más vulnerables. Las dificultades para obtener recursos que puedan dar respuesta a la demanda de ayuda hacen necesario que la sociedad colabore activamente para restablecer los principios de dignidad y de justicia social.

Cáritas ha sido el salvavidas al que se han agarrado decenas de familias apremiadas por las dificultades que atraviesan. Una entidad que recibe a las personas con máxima cercanía y, por ello, entre otras cosas, mantiene su prestigio y goza del respeto y reconocimiento por parte de la sociedad civil de nuestra provincia.

Este sostén afectivo, material y espiritual lo hacen posible en la diócesis de Segorbe-Castellón las 122 personas que trabajan en la institución, pero sobre todo sus casi 900 voluntarios, más de 1.100 socios y hasta 325 donantes. Parecen pocos, pero ahí están las satisfacciones que conllevan y, si todas las administraciones se sumaran al proyecto, seguro que los logros podrían multiplicarse.