Querido lector:

En esta misma columna hace unas semanas advertía de las impresiones de empresarios, economistas y expertos financieros sobre una ralentización del crecimiento económico en el nuevo año 2016 en relación a la potencia y sostenibilidad del desarrollo, y el optimismo consecuente, detectado en el segundo semestre del 2015.

Esta es quizá la clave más importante que explica el incremento del paro en el primer trimestre del año, según refleja la Encuesta de Población Activa publicada ayer, donde la provincia de Castellón sale muy mal parada. Más de un tercio del paro del conjunto de la economía española en este periodo se ha provocado en Castellón, que ha sido la provincia con más aumento del desempleo. 4.200 parados de los casi 12.000 registrados en España son castellonenses.

Esa ralentización económica, sin duda, ha sido más pronunciada en nuestra provincia. Y de ahí los datos del empleo. Pero también hay otras circunstancias, tanto generales como específicas, que pueden explicar esta situación. Entre las generales, la incertidumbre política nacional y el parón económico internacional se perciben como las más negativas. Y entre las específicas de este ámbito, también la escasa capacidad política y económica del sector público valenciano, inmerso en una quiebra técnica por la infrafinanciación que le incapacita para aportar tirón a la economía, se presenta como la más negativa. Causa a la que se suma la negativa influencia de ese parón internacional en la vertiente exportadora de la economía castellonense.

No obstante, aún puede haber más. La misma estructura económica castellonense, muy dependiente de la estacionalidad en materia comercial y turística, es una de ellas. Como también lo es la escasísima recuperación, que sí se ha dado en otros territorios, del sector de la construcción e inmobiliario.

Si a ello le sumamos la temporalidad y precariedad del empleo generales y el pequeño tamaño de nuestras pymes en particular, el cóctel da el resultado que ha dado.