Querido lector:

De nuevo nos encontramos con la reputación de la Comunitat Valenciana en horas bajas. Más aún en horas paupérrimas, después de los dos escándalos de corrupción que estos días se han destapado protagonizados por el PP de Rus cuando gobernaba la Diputación de esa provincia y por el grupo popular en el Ayuntamiento del cap i casal cuando era la alcaldesa Rita Barberá. Dos casos, que sumados a los de los últimos años (Gurtel, Brugal, Blasco...), han denostado (y aún lo harán en los próximos dos años cuando eclosionen los juicios) la imagen de esta tierra hasta límites insospechados.

De ahí que la alusión del president de la Generalitat, Ximo Puig, ayer en la inauguración de Cevisama a la verdadera imagen de la Comunitat en relación al potente sector industrial del azulejo, sea de lo más acertada. La cerámica, su capacidad económica, su talento innovador, su capacidad de internacionalizacion y su potencial para crear valor añadido, tal y como se refleja en el certamen anual del azulejo, es la luz que debe ocultar las sombras de una corrupción política que los valencianos quieren dejar ya atrás, hartos de la pesadilla y la mala fama que por causa de estos escándalos se ha generalizado.

La feria proyecta otra imagen. La de una industria dinámica, que ha sabido recuperarse de la crisis, que es el cuarto productor mundial de cerámica, que está presente en todos los países del mundo y que ha colaborado notablemente para que en el 2015 la Comunitat sea la región de España que más ha visto crecer su PIB. Es la imagen que debería proyectarse de la Comunitat. Una imagen que se la dota, no lo olvidemos, la provincia de Castellón donde se concentra el 80% nacional de la industria azulejera y auxiliares y donde menos influencia ha tenido esa relación abyecta entre política y empresa de la última década.

Una provincia, además, caracterizada esos años por un olvido sistemático de la inversión pública (iba todo para Valencia y ahora vemos por qué iba allí) y de la inversión en conocimiento e investigación, que ahora reivindicamos.