Unos por otros y el Maestrat lleva tres décadas con unos Cercanías que son tercermundistas. Aquí da absolutamente igual el partido que ostente el poder porque la provincia de Castellón les importa bien poco a todos ellos. Tanto es así que hace unos cuantos años, el entonces ministro de Fomento, José Blanco (PSOE), y el presidente de la Generalitat, Francisco Camps (PP), firmaron el plan de Cercanías 2010-2020 que incluía parte de las mejoras que son necesarias, pero este es el momento que nada de ello se ha llevado a término. Después llegó el Partido Popular al Gobierno central y los sucesivos responsables del Ministerio se han reído de Castellón, con especial énfasis por parte de Ana Pastor, quien no cumplió ninguna de sus promesas.

Y, con este panorama, ahora parece que el último titular de la cartera, Íñigo de la Serna, tenga mejor sintonía con esta tierra, pero como el gato escaldado huye del agua tibia, no están las cosas para creerse que vaya a caer en la Comunitat esa lluvia anunciada en forma de 800 millones de euros para mejorar la red de trenes de Cercanías. Bien harían sus amigos y compañeros de partido, Javier Moliner y Miguel Barrachina, en invitarle la próxima vez que nos visite a subir al tren que conecta el Maestrat con Castellón y València, y entonces se daría cuenta de que esta provincia necesita con muchísima más urgencia dignificar dicho servicio que la llegada del AVE.

Mucho se habla del Corredor Mediterráneo o de la Alta Velocidad, tan necesarias y en las que estamos en inferioridad de preferencias respecto a otros territorios de nuestro país, pero urge también un frente común de los partidos políticos para que Castellón no siga con unas infraestructuras ferroviarias totalmente indignas y que, además, como el miércoles detallaba este periódico, no permiten el desarrollo social deseable de unas comarcas que han demostrado de sobra su nivel de pujanza.