España dispone de uno de los sistemas sanitarios más solventes del mundo. No es así por casualidad ni por azar. Lo es porque, social y políticamente, hemos querido que sea así. Es decir, legislamos con voluntad de ser vanguardia y sostuvimos durante años una voluntad de mejora y cualificación. Nuestro personal médico y sanitario, el capital humano, disfruta de reconocimiento y consideración internacional. Esta no es una valoración subjetiva. Es una certeza consabida y contrastada. Como todo en la vida, nuestro modelo es perfectible y, evidentemente, no se mantendrá solo. Necesitaremos sostener y cronificar una voluntad presupuestaria sin retrocesos.

Un sistema sanitario, sus prestaciones y eficacia, también forman parte de la propuesta turística de un país. El turismo es uno de los mayores fenómenos de convivencia, riqueza y conocimiento que han marcado la segunda mitad del siglo XX y marcará el actual. No es aventurado afirmar que el sistema de salud, junto a la seguridad y otros atributos, es parte esencial de la conocida Marca España. Ahora, España Global. El alcance y significado de una marca no es una cuestión menor. Una marca traslada valores y proyecta nuestra mejor versión en el imaginario nacional e internacional. Una marca activa la tecla de la percepción e idea que se tiene de un determinado producto, proyecto o país. España es fiable, entre otras cosas, por su sistema sanitario y, singularmente, por el prestigio de sus profesionales.

Pude compartir recientemente esta reflexión con uno de los máximos responsables del Ministerio. Ustedes contribuyen a la Marca España. Su gestión, nuestro modelo, este país de derechos humanos cualificados (aunque este sea un camino inacabado), son respetados por todo ello. De ahí que en estos momentos de crisis sanitaria, la confianza en lo que somos y tenemos resulta fundamental. Tanto desde la perspectiva de la ciudadanía como la de la otra ciudadanía llamada turismo.

En momentos de dificultades es cuando un país demuestra su nivel de madurez y responsabilidad. Ahora son las autoridades sanitarias quienes deben determinar el guión y liderar las decisiones más acertadas. Es cierto que el nuevo coronavirus que China comunica al mundo el 31 de diciembre ha causado estragos en el ánimo colectivo. Y la vida en sociedad se basa frecuentemente en el estado de ánimo. Pero asistimos a muchas estampas y situaciones que no se compadecen con la realidad. La realidad solo debería ser, en estas ocasiones, concreta y racional.

Cuando voces autorizadas afirman que combatimos algo mucho peor que el covid-19 y que se llama epidemia de pánico irracional, es para que repensemos seriamente nuestro nivel de madurez colectiva. El tema trasciende sobradamente nuestras fronteras porque esta situación ha vuelto a verificar la irrelevancia de los límites administrativos para afrontar un problema humano. En este mundo no necesitamos muchas de las fronteras que nos empequeñecen y nos lastran. Fronteras físicas y mentales.

*Secretario Autonómico de Turismo