Querido/a lector/a, el miércoles zapeando por la tele me perdí y fui a parar a una de esos programas que toda su filosofía se resume en darle leña a la izquierda. Y digo a la izquierda que sea. Pero mira por donde, toda la visceralidad y el cinismo, que son atributos permanentes y casi exclusivos de la derecha y sus voceros, se dirigía a la izquierda del Ayuntamiento de Castellón.

¿Que pasaba? Pues parece ser que el Ayuntamiento de Castellón, cumpliendo con su obligación, tiene una campaña de promoción del valenciano. En ella, y con buen criterio se aconseja a los padres de los niños, no se obliga, a que hagan un esfuerzo para que sus hijos aprendan a hablar en valenciano, que es una de las dos lenguas oficiales y, a la vez, la propia de esta tierra. Al tiempo, también recuerdan, sin obligar, que pueden ponerles a sus hijos el nombre en valenciano o aprovechar la circunstancia para adecuar las posibles grafías castellanizadas de muchos de nuestros apellidos. Incluso, para que se entienda aportan algunos ejemplos y así sería: Saragossa en vez de Zaragoza.

Pero esto, que para cualquier valenciano sensato y amante de su cultura es algo de sentido común y de obligación institucional, era presentado por la derecha sectaria y mesetaria, la que sigue considerando a España como algo homogéneo, sin pluralidad cultural, ni política, ni institucional y que, además, cree que le pertenece, como la destrucción de España, el descenso de los independentistas catalanes, un engendro de movimientos de ingeniería cultural y educativa que busca arrinconar el español, (se supone que al español se referían al castellano), etc. Incluso por decirlo todo, criticaban a ciertos alcaldes del PP de esta tierra, por ser tontos útiles o colaboradores necesarios en la destrucción del sentido de España.

Además de cínicos y viscerales, eran ofensivos e insoportables. Que Dios los perdone.

*Analista político