Nuestra sociedad es, en porcentajes altos aunque hipócritamente ocultos, sexista y homófoba. La realidad se muestra a todos los niveles y es evidente.

La lucha por la equidad entre hombres y mujeres es, a día de hoy, algo por lo que el colectivo de mujeres y un creciente número de hombres, están luchando para que los deberes y obligaciones para ambos sexos se encuentren más equilibrados. Cargos de primerísima fila están siendo ocupados por mujeres, sin embargo hay mucho camino por recorrer.

Por otra parte, las posturas de un buen número de ciudadanos son ajenas a un problema latente cual es la fobia hacia grupos de ciudadanos que, por circunstancias concretas, no coinciden con los patrones de una sociedad estándar y preestablecida. Estas personas, las consideradas por algunos como “diferentes”, sobreviven unas por el apoyo de organizaciones oficiales y privadas, los de sin techo, por ejemplo, y otras se encuentran sometidas, a la marginación.

Los españoles que emigraron a diversos países en la década de los sesenta, también fueron considerados ciudadanos de segunda. Poco a poco, con mucho tesón, demostraron ser trabajadores y no tan atrasados como muchos pensaron, si bien es cierto que procedían de un país, el nuestro, sumido en la carencia y marginación.

Así pues, reflexionemos sobre la situación de tantas personas que no buscan sino sobrevivir dignamente. H

*Secretaria provincial Derechos Civiles del PSPV-PSOE