Jorge Drexler ha compuesto estos días una canción que representa el estado emocional con el que deberíamos afrontar el desafío del coronavirus. Aprovechando el nuevo saludo preventivo para eludir el contagio, ese choque de codos que evita apretones de manos, besos y abrazos, el cantautor ha escrito un canto optimista ante el miedo universal que ha extendido la pandemia: «La paranoia y el miedo no son ni serán el modo. De esta saldremos juntos poniendo codo con codo».

Vivimos tiempos convulsos. El maldito covid-19 ha sido un golpe a la sociedad global que está poniendo a prueba nuestra capacidad de respuesta ante amenazas graves al bienestar. Estamos enfrentándonos a una emergencia sanitaria inédita de ámbito internacional que ha tenido graves consecuencias en países como China e Italia y que avanza por todo el mundo. Un problema dramático que exige actuaciones contundentes desde la sociedad y las administraciones públicas. Por igual. Los deseos individuales y las aspiraciones colectivas han de unirse en el mismo horizonte de responsabilidad. Hoy y siempre.

No es miedo, es cautela. No es alarma social, es prevención. No es desesperación, es responsabilidad. Debemos hacer frente a la crisis del coronavirus con determinación, porque está en juego la salud universal, el futuro del planeta, aunque haya quienes lo observen como un exceso o una premeditación y también quienes intenten sacar provecho electoralista de un problema colectivo que no entiende de colores políticos. Es la miseria de la condición humana. La prevención es una herramienta imprescindible para ganar el futuro.

Es en momentos como estos en los que se demuestra el coraje de un pueblo. Como alcaldesa quiero expresar mi profunda satisfacción por el comportamiento cívico de la mayoría, porque se ha entendido que el interés general ha de prevalecer sobre el particular. La salud es un bien común que debemos preservar. Con decisión, solidaridad y valentía. Podemos hacerlo. Venceremos. Saldremos juntos.

Las restricciones por la expansión de la enfermedad han afectado a las fiestas fundacionales de Castelló. La Generalitat valenciana, siguiendo las instrucciones del Ministerio de Sanidad, ha decidido suspender la celebración de la Magdalena y aplazarla al momento en el que se haya superado la crisis sanitaria. Somos conscientes del golpe emocional que ha supuesto posponer nuestras fiestas fundacionales. El corazón nos dictaba una cosa y el cerebro, otra. Pero al final ha prevalecido, como es lógico, el sentido común.

Celebraremos la Magdalena cuando sea posible. No es cuestión ahora de especular sobre las fechas en las que podremos sentir el orgull de genealogia. Esa es tarea de cortoplacistas irresponsables. Cuando todo esto pase, porque pasará, seremos conscientes de que hemos actuado con la sensatez necesaria. De momento, vivamos una Magdalena interior, evoquemos los momentos extraordinarios de las fiestas del pasado, que ya tendremos tiempo de conquistar de nuevo la calle con la luz, la música y la pólvora. Como dice Drexler, «ya volverán los abrazos, los besos dados con calma; si te encuentras un amigo salúdalo con el alma». Ahora es cuestión de trabajar codo con codo.

*Alcaldesa de Castelló